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De las palabras a los hechos

Cuando buscamos informes sobre los orígenes del internet, nos remontamos al final de los años 60, en pleno desarrollo de la Guerra Fría. Fue concebido por el Departamento de Defensa de EE. UU.; esta invención fue conocida como Arpanet.

El objetivo fundamental era el de eliminar la dependencia de un ordenador central y crear una red de ordenadores, para volver menos vulnerable la comunicación militar norteamericana.

A raíz de la finalización de la Guerra Fría, y la caída del muro de Berlín, todas las tecnologías concebidas, en principio, para el mejoramiento de la estrategia militar, terminaron siendo liberadas a la población en general, democratizando su uso y simplificando su ejecución.

Me amparo en este preámbulo, para poner en contexto el cambio que ha sufrido la humanidad en los últimos 50 años. Hoy, en la tercera década del siglo XXI, los actores públicos, sociales y políticos, son permanentemente contrastados a través de la evidencia científica o informativa, sobre cualquier tema o aspecto de la vida. La disrupción tecnológica lo ha hecho posible.

RD en tiempos del internet
En la República Dominicana y, fundamentalmente, en la actividad política, antes de la presencia del internet y las redes sociales, las palabras, dirigidas y marcadas por la reiteración del mensaje, eclipsaban cualquier hecho concreto.

La falta de verificación de información accesible y precisa imponía en el debate la percepción, más allá de la propia realidad. En los actuales momentos, aunque la posverdad juega a la confusión y a la inexactitud de los acontecimientos, disponemos de datos para confirmar y contrastar cualquier información.

Política, economía y redes
Ocho meses nos separan de las elecciones generales, pautadas para el 19 de mayo del año próximo, y nos encontramos en un ambiente dominado por el debate constante, la proliferación de información y desinformación, amplificadas por las redes.

La oposición, en su rol crítico, apenas reconoce algunos esfuerzos del gobierno del presidente Luis Abinader en materia económica, pero la realidad dista mucho de lo que pretende fijar en el imaginario colectivo la franja opositora.

Por ello, me permito compartir, con los amables lectores, evidencia disponible en internet que, a su vez, posibilita configurar un juicio más acabado sobre aspectos importantes del desempeño económico dominicano de estos últimos tres años.

Mucho se ha hablado de los efectos inflacionarios, desprendidos de la pandemia y del conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania en la economía mundial. La República Dominicana ha sabido aplicar una política monetaria efectiva que comienza a dar señales importantes de estabilización.

Si bien es cierto que, en el período enero-abril, la expansión económica se limitó al 1.2 %, ralentizando el desarrollo, coyunturalmente, estos efectos han respondido a la aplicación de medidas restrictivas del circulante, mediante la elevación de las tasas de interés, para lograr la normalización inflacionaria.

Para el mes de mayo del presente año, la inflación interanual se colocó en el 4.43 %, la cifra más baja desde julio de 2020. Según proyecciones, el 2023 lograría un cierre de 4.0 %, teniendo una reconsideración hacia la baja con respecto a los cálculos del panorama macroeconómico de marzo del año en curso.

Cuando abordamos un tema tan sensitivo para la familia, como la canasta básica, debemos convenir que el Gobierno dominicano ha logrado importantes conquistas, tanto en el pasado reciente como en los actuales momentos.
La Canasta Básica Familiar es un parámetro clave para medir el coste de vida y la economía de las familias, ya que define precios y cantidades de los alimentos que conforman la dieta del ciudadano dominicano.

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