Contenidos falsos

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Las características principales de esta etapa de la campaña adelantada ha sido el desacato a la autoridad de la Junta Central Electoral en materia regulatoria, lo trivial de las discusiones políticas y la proliferación de las “fakes news”, que traducido al español sería “noticias falsas”.

Aunque conceptualmente entendemos incorrecto juntar en un mismo término las palabras “noticias” y “falsas”, pero por el bien del entendimiento de este comentario pondremos a un lado esa discusión filológica y haremos acopio del término acuñado universalmente.

Las “fakes news” han existido desde hace tiempo inmemorable como forma de manipular a la gente o a lo que muchos prefieren llamar “opinión pública”, un término también merecedor de muchas discusiones.

Ha sido un instrumento de propaganda que ahora adquiere más efectividad por el alcance de las nuevas plataformas a través de las cuales de divulgan los contenidos.

Las mentiras corren a la velocidad de Félix Sánchez o Marileidy Paulino, mientras que la verdad transita a paso de tortuga.

Quien se regocija de un contenido que va contra su adversario o que beneficie sus posiciones políticas o idelógicas lo distribuye con celeridad, pero cuando le llega una verdad que contraviene la mentira de su agrado, prefiere guardar silencio.

Así son más ágiles y veloces las piernas de la mentira.
Sociedades con las de Estados Unidos, Brasil o España, para solo citar algunos ejemplos conocidos, han visto a políticos ganar preponderancia usando abiertamente las “fake News” como estrategia de campaña.

Lo deseable, por el bien de las sociedades, es que los usuarios de esos métodos sean castigados en las urnas, una acción posible que pueden acometer los ciudadanos para adecentar las campañas políticas y el debate social.



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