El 17 de diciembre un alto ejecutivo español hizo escala junto a su familia en el aeropuerto de Frankfurt. Debía esperar 2 horas al vuelo de conexión. Terminó saliendo 5 ½ horas después.
No había personal en tierra para descargar las maletas del avión de Lufthansa procedente de Estonia, personal que debía luego cargar las suyas y permitirle seguir en dicho avión hacia España.
Es una operación “justo a tiempo” esencial para el trasbordo eficiente de pasajeros, maletas y carga aérea.
La larga espera en Frankfurt se sumó a las 13 ½ horas de vuelo desde Seúl y a las casi 3 horas que tardó en aterrizar en Madrid.
Al llegar a la capital española, ningún pasajero recibió sus maletas. A la fecha, la mayoría sigue sin saber nada sobre sus pertenencias.
Tal parece que el caos del verano continúa en el invierno.
Frankfurt es el más importante aeropuerto para el turismo europeo hacia la RD.
Es, además, uno de los 4 aeropuertos europeos principales, junto a Heathrow, Charles de Gaulle y Schiphol.
Pero sigue sin suficiente personal para recuperar la eficiencia que históricamente tuvo.
Porque esa y no otra es la explicación de los retrasos en los vuelos y en la entrega de maletas que sufren aquellos que conectan tanto por Frankfurt como por Múnich.
¿Cómo se explica que esta situación continúe inalterada justo a tiempo para la temporada navideña?
Esto pone en evidencia una deplorable calidad del servicio, con operadores que no responden las llamadas y, cuando lo hacen, dejan en espera por tiempo indefinido a sus clientes.
Lufthansa se enorgullece de haber restituido anticipadamente los miles de millones en subsidios conferidos por la Unión Europea para campear el contagio del Covid.
Ello no le impidió eliminar unos 50 mil empleos, sumados a las cancelaciones del personal de los aeropuertos, cuyo impacto ya se sentía desde abril (https://www.reuters.com/business/aerospace-defense/fraport-cancels-flights-due-personnel-shortages-2022-04-06/).
Sólo aquellas aerolíneas que evitaron cancelaciones masivas vuelan hoy sin contratiempos.
Por la guerra de Ucrania era ya previsible la pérdida de clientes en las rutas asiáticas. Llegar a Europa utilizando aerolíneas europeas conlleva volar tres horas adicionales, para no atravesar el espacio aéreo ruso.
Ello no afecta al que conecta por Estambul, Dubai o Doha, ciudades con las cuales la RD todavía carece de conexiones directas.
Las directrices europeas disponen que Lufthansa tendrá que indemnizar a los afectados por los retrasos, por los gastos incurridos durante los muchos días sin maletas y por aquellas que no logren devolver pese a estar varadas en tránsito, lo cual saben bien los afectados al haberles colocado “Airtags” para tenerlas rastreadas.
La molestia de durar cinco días sin maletas es incomparable a perder preciadas posesiones y regalos navideños.
Sirva esta situación para ilustrar a los funcionarios comunitarios por qué no vale la pena hacer excepciones a la prohibición de las ayudas de Estado, distorsionando la competencia sin evitar el desempleo ni asegurar la calidad de un servicio esencial para el flujo de bienes, servicios y personas.