Ciclos

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Ciclos

Desde las primeras civilizaciones, distintas etapas, ciclos y épocas han caracterizado la vida y el ritmo de las sociedades, fundamentalmente, en lo relativo a su constitución social, política y económica.

Al acogernos a la literalidad del concepto ciclo, encontramos que se define como “una serie de fases o estados por la que pasa un acontecimiento o fenómeno y que se suceden en el mismo orden, hasta llegar a una fase o estado a partir de los cuales vuelven a repetirse en el mismo orden”. Los ciclos políticos se asocian a etapas ideológicas, pensamientos económicos, y desarrollo social.

Con la evolución de los tiempos también evolucionó la visión filosófica, política y económica, desde el pensamiento clásico de Sócrates, Platón, Aristóteles, pasando por Marx, Hobbes, Jean Jacques Rousseau y Maquiavelo. En el siglo XIX, uno de los más agudos, el británico John Stuart Mill, a través de su pensamiento político buscaba “el endurecimiento de las mentes, pero el ablandamiento de los corazones”.

Ciclos económicos en Norteamérica
En Estados Unidos, como primera potencia mundial, la democracia ha funcionado como sostén del desarrollo, pero, las visiones económicas han estado en contraposición. A diferencia de otras épocas, el siglo XX produjo eventos que comprometieron los ciclos económicos de Norteamérica.

Roberto Ángel Salcedo

Gary Gerstle, en su más reciente obra, “Auge y caída del orden Neoliberal”, explica con sobrada precisión, cómo las consecuencias de la depresión económica de 1929 llevaron a Estados Unidos a adoptar el “New Deal” del presidente Roosevelt, como el nuevo orden económico, siendo aplicado no sólo por la administración de Harry Truman en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y del mismo Partido Demócrata, sino, la continuidad ejercida por el presidente Republicano Dwight Eisenhower, en los años 50. Varias décadas acompañaron un mismo ciclo económico.

En los años 70 y 80 la visión neoliberal de Richard Nixon y Ronald Reagan condujo al cierre de las medidas y legislaciones adoptadas en los años 30. El nuevo ciclo no sólo sería asumido en la década de los 90 por el presidente Bill Clinton, como orden económico, sino que el modelo neoliberal vio vigencia hasta la llegada de la crisis inmobiliaria y financiera de 2007.

La concepción política y económica abraza nuevos matices y múltiples orientaciones.
Distintas visiones ideológicas y escuelas de pensamiento económico evolucionan al compás de la llegada del siglo XXI. La política, en nuestros días, es ejercida con nuevas herramientas proporcionadas por la disrupción tecnológica, renovados análisis estratégicos e intervención de debutantes actores. Los años recientes han impuesto su propio esquema alrededor de los temas de interés.

Interrupción de un ciclo en RD
Desde la fundación de la República Dominicana, distintas etapas en su evolución histórica han servido para marcar el cierre y apertura de ciclos políticos. La segunda mitad del siglo XX concentró, en particular, un momento memorable. Dicho episodio se enmarca a partir de la caída de la dictadura trujillista en 1961.

A raíz de ese evento tan representativo en la historia reciente del pueblo dominicano, los ingentes esfuerzos no se hicieron esperar. Cerrar un ciclo dominado por la opresión, por la ausencia de libertades públicas y, fundamentalmente, por la incidencia de un régimen atroz y sangriento, fue de alta prioridad para la subsistencia de la nación.

Para 1962 la sociedad en su conjunto divisó el inicio de un nuevo ciclo político de espíritu democrático que, a su vez, condujo a las primeras elecciones generales y libres, después de 31 años de férrea dictadura. La voluntad popular quedó expresada en las urnas.

El 20 de diciembre de 1962 se eligió al profesor Juan Bosch, (después de haber permanecido 23 años en el exilio), como presidente y a Segundo Armando González Tamayo, como vicepresidente constituciona. Empero, los resultados de la elección y la construcción de un régimen democrático llevaron al traste, en apenas 7 meses de ejercicio, al joven gobierno constitucional, a través de un golpe de Estado.

El miércoles 25 de septiembre de 1963, se cercenó un ciclo que debió proporcionar a la sociedad dominicana de entonces las herramientas necesarias para la construcción de un orden político, económico y social de mayor robustez, apertura y desarrollo.

La interrupción del gobierno de Bosch, la instauración del triunvirato y la posterior intervención norteamericana de 1965, alteraron el curso lógico de la historia dominicana.

El laxo restablecimiento de la constitucionalidad, a través de la celebración de nuevas elecciones generales, el primero de junio de 1966, recondujo al pueblo dominicano a las viejas prácticas trujillistas, de restricciones, miedo y opresión como mecanismos de ejecución del poder.

Por consiguiente, el ciclo interrumpido de Bosch dejó como resultado desesperanza e involución.

El ciclo reciente
Luego de un dilatado ejercicio gubernamental, conformado por cuatro períodos constitucionales consecutivos, desde el año 2004, del Partido de la Liberación Dominicana, las atípicas elecciones —realizadas en pandemia— del 5 de julio de 2020, brindaron como resultado un cierre de ciclo.

La elección de Luis Abinader simbolizó el inicio de una nueva etapa democrática en la vida institucional de la República Dominicana.

Desde una mayor descentralización y respeto hacia los poderes públicos, la colocación de la transparencia y honestidad como ejes transversales en las políticas de Estado, la independencia del ministerio público y el aumento de la eficiencia en la gestión gubernamental, se constituyeron en las causas fundamentales que hicieron posible, y con solución de primera vuelta, la contundente victoria del Partido Revolucionario Moderno y su candidato presidencial.

El ciclo abierto
Todos los dominicanos mayores de edad estamos convocados a nuevas elecciones generales el domingo 19 de mayo del próximo año. Para la consideración y análisis de los electores quedan expuestos dos caminos, uno que representa la consolidación del ciclo recién abierto que proyecta estabilidad, desarrollo, confianza, apego a buenas prácticas en el ejercicio público, que encarna Luis Abinader.

El otro camino, es pedregoso, conocido, trillado, carente de novedad y de indisolubles compromisos con el pasado.
Los ciclos marcan la historia y el rumbo de los pueblos, los ciclos que traen bienestar deben completarse; el de Luis, es uno de ellos.

*Por Roberto Ángel Salcedo



El Día

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