Castro Marte llama al clero a guiar al pueblo en tiempos difíciles

Santo Domingo. – “El pueblo sufre”, aseguró este Jueves Santo, el obispo de la Altagracia, Jesús Castro Marte, quien en medio de la tradicional Misa Crismal, animó al sacerdocio a brindar acompañamiento en tiempos difíciles.
“Nuestro pueblo sufre. Lo sabemos bien. Sufre por la violencia, la corrupción, el desempleo, la juventud sin oportunidades, el deterioro moral, las heridas familiares”, expresó monseñor en el acto religioso ofrecido en la basílica de Higüey.
Recordó que en momentos difíciles, es el sacerdote quien debe escuchar, acompañar y ofrecer una palabra distinta a la del mercado o los partidos.
“Tú, hermano sacerdote, eres llamado a ser centinela, que vigila cuando todos duermen; y compañero, que camina al ritmo del pueblo”, agregó.
Mayor fraternidad
El obispo de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey, también aprovechó la celebración de la tradicional Misa Crismal para pedir más unidad y menos división en la iglesia.
“La Iglesia está llamada a ser signo de fraternidad, no de rivalidad. Hoy, más que nunca, el pueblo de Dios necesita ver un clero unido, sencillo, disponible y esperanzado, expresó Castro Marte.
Además, instó a los sacerdotes a ser voces de esperanzas por los tiempos turbios que vive el mundo.
En ese sentido, expuso su pesar por la cultura de la indiferencia y la cantidad de corazones desesperanzados que gravitan en la Tierra.
“Cuando el ruido del mundo trata de opacar la voz de Dios, el sacerdote está llamado a ser un hombre radicalmente de esperanza”, precisó.
De igual manera, pidió a los sacerdotes volver a apegarse a los principios básicos de la eucaristía, a convertirse en hombres de adoración, de intercesión y gratitud desde el altar.
“La esperanza del pueblo no depende de nuestras ideas ni estrategias. Depende de que Cristo esté verdaderamente presente en nuestras palabras, en nuestra mirada, en nuestras manos”, agregó.
Castro Marte afirmó que el sacerdocio enfrenta en estos días peligro de persecución, pero no desde fuera sino dentro de la propia iglesia.
“Es la mundanidad interna, la tentación de convertir el ministerio en una profesión, la comodidad de un estilo de vida donde el centro no es Cristo, sino el yo. El cansancio espiritual, la falta de oración, la desconexión del pueblo y de la palabra pueden ir cerrando nuestro corazón y ahí, la esperanza se enfría”, precisó.
Cada Jueves Santo, la iglesia católica conmemora tres pilares fundamentales de la fe cristiana; la institución de la eucaristía, el sacramento de la Orden Sacerdotal y la vida de servicio a los demás.
Esta celebración marca el inicio del Triduo Pascual, que culmina con la Resurrección de Cristo en la Vigilia del Sábado Santo.
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