1.- Capellanías carcelarias. La palabra capellán deviene del latín “capellanus”, que designa al clérigo que brindaba asistencia a la vida espiritual del rey o de la Corte donde ejercía su ministerio. No obstante, el primer capellán, o «guardián de la capa», se postró de hinojos ante un pobre mendigo.
Fue San Martín de Tours, remontándose la leyenda a los años 315 a 300 d. C., en Francia, en una noche de invierno de regreso a su casa, que al encontrarse con un mendigo que se quejaba de frío, partió su capa en dos mitades y dio la otra mitad al necesitado.
Esa misma noche mientras dormía tuvo una visión en la que el Cristo se le apareció vistiendo la otra mitad de su capa que había ofrecido al mendigo.
En la Edad Media, el ministerio de los capellanes era muy frecuente y se le veía como una tradición religiosa, integrada a todo el sistema social, gubernamental y militar.
Así surgieron los capellanes de la prisión, gracia a la gran tradición monacal y de penitencia, en cuanto a brindar consejería y ayuda espiritual a los necesitados. Se atribuye al Papa Clemente XI, haberse preocupado por los delincuentes juveniles y fundar, en Roma (1705), el primer reformatorio celular de San Miguel, organizado para propiciar la educación religiosa a los jóvenes, según el lema: parum est coercere improbos nisi probos efficias disciplina.
Paulatinamente los sistemas penitenciarios se fueron beneficiando de la presencia de capellanes, entendiendo que los aspectos espirituales debidamente atendidos y cultivados son un medio eficaz del tratamiento penitenciario y la debida corrección de los internos.
Hay muchos ejemplos de capellanías en importantes sistemas penitenciarios de países civilizados a lo largo de la Historia. En el Concilio de Nicea, en el siglo IV; el Concilio Austrelianse; La Órdenes Religiosas de la Santísima Trinidad, Nuestra Señora de la Merced y las Órdenes fundadas por los italianos Don Bosco, José Cafasso.
En España y en Italia existieron las Confraternidades y Cofradías de asistencia carcelaria; en Francia, San Vicente de Paul, fue una autoridad eclesiástica que ocupó el cargo de Capellán Real Superior de todos los capellanes de galeras, desarrollando una labor trascendente frente a los dos grandes males de la época: el castigo de galera y la miseria de los hospitales, organizando posteriormente en París la primera Casa para acoger a los penados, a los egresados, a los mendigos y a los enfermos.
En Norteamérica, la Sociedad de Filadelfia para el Alivio de la Miseria de las Prisiones (creada por Richard Wister, en 1776), con el nombre de Pensylvania Prison Society, por Benjamín Franklin y Benjamín Rusch, marcó el inicio para la creación de instituciones que amparaban y patrocinaban a los liberados, facilitando posteriormente capellanía carcelaria orgánica o ya de manera oficial dentro de lo que esta Sociedad permitió como antecedente moderno y directo en la evolución necesaria hasta llegar a la pastoral penitenciaria de hoy.
La Administración de Corrección de Puerto Rico, creó el Programa de Capellanía Interdenominacional de las Instituciones Penales. República Dominicana carece de un reglamento de capellanes; son los aspectos espirituales debidamente atendidos y cultivados el medio eficaz del tratamiento penitenciario y la debida corrección de los internos.