El desarrollo y la estabilidad emocional de los individuos están incididas en gran medida por el entorno, por las muestras de afecto, aceptación o rechazo que ante las más sencillas acciones recibimos. 

El apoyo o el  rechazo de cada acto es parte de lo que va conformando nuestra autoestima,  lo podemos visualizar más fielmente en los niños pequeños, quienes ante una sonrisa de los padres deciden volver a intentarlo y lo reconsideran después de una reprimenda.

En los primeros años de nuestras vidas, el círculo más importante es la familia, pero es en la adultez, cuando pasamos gran parte de nuestro tiempo productivo entre otras personas que, en ocasiones pueden llamarse compañeros o amigos, esas personas también inciden en nuestros estados de ánimo, tanto así que hay ocasiones en que pueden llegar a convertirse en más que familia e influir más que cualquier otra persona.

¿Quién puede ser más importante?, ¿la familia o los amigos?  Sin lugar a duda, cada uno tendrá su propia opinión, todo dependerá de las experiencias vividas, pero lo que si es igual para todos es la alegría que sentimos cuando por la causa que sea se reúnen amigos y familiares.

Fomentar las relaciones entre nuestros seres queridos es la clave, aunque a veces  es difícil cultivarlas aún entre padres e hijos y hermanos.  Sin embargo, la recompensa es grande, sin  importar si es una ocasión alegre o triste, tener el soporte familiar es de gran valor.