Me alegró muchísimo el triunfo judicial del CONEP ayer al acoger el Tribunal Superior Administrativo su acción de amparo exigiendo al Gobierno hacer cumplir las leyes que prohíben monopolios de transporte.

Quizás es el inicio del fin de décadas de abusos por malos empresarios pseudo-sindicalistas, cuyo mafioso control del transporte en los puertos encarece y obstaculiza la economía.

Pero falta por verse si realmente la Policía, los ministerios de Defensa, de Trabajo, de Industria y Comercio, de Turismo, la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT) y otras autoridades, arrimarán el hombro en defensa del mejor interés nacional según el recurso acogido del CONEP.

Más de medio siglo de impunidad rapaz, dando servicios malos y caros, defendiendo su ilegal monopolio a sangre y fuego, ha creado en los transportistas sindicados una falsa creencia de que sus espurios negocios son intocables y de que están por encima de la Constitución, del bien y del mal.

Ojalá no se apendejen las autoridades y con la fuerza legítima den a estos bandidos su propia medicina.