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Y sí, la verdad histórica frente al desdén de sus detractores

Elías Wessin Chávez
📷 Elías Wessin Chávez

En su artículo publicado en EL DÍA el 11/7/2025, titulado “Sí, golpista”, José Báez Guerrero insiste en despacharse con matices inventados acerca de la trayectoria y persona del general Elías Wessin y Wessin, reduciéndola a una serie de supuestas acciones y ambiciones particulares. Su ligereza y desenfoque son de antología.

Es preciso recordar que a Wessin le sobran los ‘criterios’ al estilo morboso del autor. Tampoco necesita apologistas, sino historiadores honestos.

El autor evoca la imagen de Wessin trasladando «sonriente» al general Pupo Román en 1961, sugiriendo complicidad con la brutalidad del sistema represor que imperaba.

Este hecho, más allá de la interpretación falsa y de mala fe, no constituye prueba alguna de participación en torturas ni en actos de represión trujillista. Wessin, entonces joven oficial, actuaba en cumplimiento de una orden superior para trasladar a un detenido, como lo requería su condición militar, en un contexto complejo y peligroso.

Por lo que intuyo, el señor Báez Guerrero, en la posición de Wessin, seguro “que se subleva y se niega a trasladar al general Pupo Román”. Desde las gradas el fanatismo siempre gana.

Denotar que la deposición del Prof. Juan Bosch en 1963 fue un hecho atribuido exclusivamente a Wessin no resiste, reitero, un análisis serio. El ascenso de rango en esa crisis fue una decisión institucional, dentro del contexto de reorganización militar, ascenso decretado por el Triunvirato y no un “autopremio” como se pretende insinuar.

Respecto a 1965, el papel de Wessin fue el de preservar el sistema político y evitar un conflicto de mayor escala en una República Dominicana que se debatía entre la democracia y el caos, tal cual el mismo Wessin lo declaró en la portada de la revista Time.

El episodio de 1971, presentado de forma irónica como un “fallido golpe”, fue en realidad una protesta dentro del propio estamento militar frente a decisiones políticas de la época, y nunca derivó en mayores. La historia posterior demuestra que el Gral. Wessin siempre regresó a los escenarios políticos o militares por la puerta grande, siendo reclamado por sectores que valoraban su compromiso con la democracia.

El señor Báez Guerrero ha preferido hacer un relato con descalificaciones personales e insinuaciones mendaces, antes que un análisis equilibrado de los hechos. La historia, cuando es vista desde el prisma de la pasión política, corre el riesgo de convertirse en panfleto.

El Gral. Elías Wessin y Wessin, con luces y sombras como cualquier figura histórica, merece ser estudiado con la seriedad que su trayectoria impone. Esa es la verdadera deuda con la historia dominicana: el respeto a los hechos y no a las cavilaciones de sus detractores.

*Por Elías Wessin Chávez

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