«De aquellos polvos vienen estos lodos», refrán popular español.

Cada quien cosecha lo que siembra. Eso es harto sabido, excepto para quien, imbuido en su soberbia, se niega a reconocer la realidad.

Y es por eso que el pasado domingo, en las elecciones municipales extraordinarias el Partido de la Liberación Dominicana sufrió una derrota contundente de manos de una sociedad hastiada de la corrupción, impunidad y arrogancia que hasta ahora han caracterizado su gestión.

El PLD se creyó invencible. Pensó que a base de dinero podía comprar las elecciones. Pero esta vez se equivocó…y le dieron su merecido. El pueblo dominicano decidió que quiere un cambio y salió a votar.

Entonces, hay que felicitar en primer lugar a los más de 900 mil ciudadanos que de manera cívica, pacífica pero firme, hicieron valer su voluntad, primero acudiendo a las urnas, y luego denunciando los intentos de desmanes como la compra de cédulas y otras mañoserías de quienes han confundido la confianza depositada en ellos con una patente de corso.

Especial reconocimiento merecen los miles de jóvenes intrépidos que acudieron a la Plaza de la Bandera a exigir elecciones limpias.

Hay que felicitar al principal ganador de esta contienda: el bloque de oposición encabezado por el Partido Revolucionario Moderno que –en muchos casos- llevó candidatos muy buenos como Carolina Mejía y Manuel Jiménez, en el Distrito Nacional y Santo Domingo Este, respectivamente, las dos municipios más poblados del país. No hicieron lo mismo en Santo Domingo Norte y recibieron una merecida derrota.

Y eso último es muy importante, pues de ahora en adelante, los partidos tendrán que escoger mejores candidatos.

Los nuevos alcaldes, regidores, legisladores y el propio Luis Abinader, que se perfila como próximo presidente de la República, tienen el compromiso de actuar diferente a como lo han hecho quienes han gobernado en los últimos años.

Por otro lado, creo que la Junta Central Electoral está en la obligación de rendir un informe veraz sobre las razones que provocaron la suspensión de los comicios del pasado 16 febrero en los cuales se gastaron unos 14 mil millones de pesos, que bien pudieron usarse en construir entre 10 y 14 grandes hospitales.

Un país pobre como el nuestro no puede darse el lujo de votar tanto dinero sin que nadie les ofrezca siquiera una explicación. Las autoridades deben explicar qué pasó y más que eso, llevar a la justicia a los responsable, sea quien sea.
Un hecho así no debe quedar impune.