¿Y ahora, Danilo?
Danilo Medina vivirá a partir de ahora los más difíciles momentos en el ejercicio del poder, con riesgos derivados para su partido, que entrará desde agosto a un cuarto período consecutivo de gobierno, ahora caminando hacia una vía dolorosa, una ruta irreversible hacia el gólgota político que trae consigo el desgaste.
El nuevo mandato será una ruptura con el presente cuatrienio en que Medina ha disfrutado alto índice de aceptación, con sobrada tolerancia de una oposición descarrilada, una opinión pública indulgente y unos pobres agradecidos del asistencialismo y de otras decisiones gruesas que han impactado en su calidad de vida.
Sin asumir una sola reforma importante y evitando toda medida polémica que afectara su remanso de paz o la conexión con los más necesitados, Medina sacó ventajas de la crispación nacional contra el anterior gobierno de su compañero Leonel Fernández , de la maleta llena de facturas y del déficit fiscal heredado.
Halló comprensión y solidaridad en la gente, auspició un parche fiscal sin resultados respetables, debido a la poca profundidad de la reforma, y prefirió suplir las necesidades de recursos estatales con deuda hasta colocar al país en la peligrosa relación 14 %-50 % (capacidad de recaudación y nivel de endeudamiento con relación al PIB).
Tanda extendida, 911, tarjetas solidaridad, Banca Solidaria, segunda línea del Metro de Santo Domingo, La Barquita, el telesférico, la alfabetización, visitas sorpresas y otros programas con alta aceptación popular son aportes concretos, pero la reforma estructural sigue pendiente.
Descartar una reforma fiscal integral que le provea un 3 % del PIB en nuevos ingresos y ponga un bozal al gasto, implicará limitar la dinámica del Gobierno al pago de nómina y del servicio de la deuda, sin posibilidad de cumplir las nuevas promesas, terminar obras en marcha e iniciar otras que están en carpeta.
El riesgo latente es una España Boba llena de contratistas desesperados, comunidades haciendo reclamos, médicos, enfermeras, maestros y policías en condición deplorable, la deuda del Banco Central creciendo, el Banco de Reservas bajo asedio como prestamista estatal y constantes amenazas de ‘default’.
El problema es que ahora el gobierno de Danilo se compara con sí mismo y todo argumento crítico acerca de las finanzas públicas y la situación fiscal tendrían efecto de boomerang. Leonel Fernández desaparece como el malo de la película.
¿Cómo convencerá Medina al país, especialmente a los sectores productivos sobrecargados de impuestos, de una nueva reforma fiscal si la economía ha estado bien, liderando el crecimiento de América Latina?
Llegó la hora de que el Presidente sacrifique su popularidad y comience a cauterizar la profunda herida de las finanzas públicas, vigente desde 2003 .
No podrá hacerlo sin un buen equipo económico –que no ha tenido hasta ahora- y sin estructurar un discurso integrador, con palabras y con hechos, que haga aceptable y comprensible la reforma.
Llegó la hora de un compromiso con el gasto público, la transparencia, la responsabilidad fiscal, con la reducción del tamaño del Estado, cerrando instituciones que sobran, pues –aunque hoy sea una día de celebración morada- una espada de Damocles pende sobre el cuello de Danilo y del PLD, un partido que habrá gobernado 20 años cuando cierre 2020.
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Victor Bautista
Máster en Dirección de Comunicación OBS/Universidad de Barcelona. Egresado de la UASD como licenciado en comunicación. Ha sido alto ejecutivo de medios impresos, de TV e internet. Actualmente es socio director de Mediáticos Consultores de Comunicación.
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