Vendedores ambulantes se buscan la vida en Barcelona
Barcelona, España.- Desde tempranas horas del día, Mohammed Djun carga su pesada tela atiborrada de carteras y monederos de “marca” y se coloca en un pedacito de la principal vía de tiendas del centro de Barcelona a la espera de clientes, acompañado por otros jóvenes vendedores pendientes cada segundo a que la policía urbana no los atrapé. Con un trozo de la tela colocado con una soga medio amarrada al brazo por si es necesario salir corriendo y solo tener que halar de ella cuando las autoridades llegan de improviso a confiscarle la mercancía y apresarlos. De esa manera y con esa tensión constante se busca la vida este joven senegalés desde que llegó a España después de un durísimo peregrinar desde Senegal.
Es un vendedor ambulante o como se les llama “top manta” que llegó un día a España en patera (yola) arriesgando su vida como tantos otros inmigrantes sin recursos proveniente de algunos países africanos con una deteriorada situación económica de antaño para millones de personas. Una proeza descomunal solo por un “mejor” presente y futuro.
Oferta para turistas
La mercancía de estos muchachos es muy variada: carteras, lentes de sol, monederos, accesorios dispares supuestamente de marcas reconocidas, pero que al final suelen ser copias de mala calidad. A pesar de esto, muchos turistas y nacionales sucumben ante las copias a muy buen precio que ofertan los vendedores y que turban el momento a cualquiera a la hora de elegir ya no sólo a cuál vendedor comprarle sino qué comprar. A Mohammed no le gustan las fotos y es parco en palabras, salvo para convencer con argucias en un castellano e inglés escaso. Como bien dice él, cada día aprende palabras nuevas en ambos idiomas que le facilitan la venta. Obvio que está en una situación ilegal y ambiciona quedarse y poner en regla sus documentos.
Cuando presienten o algún otro compañero les avisa de que la policía está en camino o se encuentra muy cerca de ellos supervisando la zona, agarran sus telas con sus productos y corren despavoridos por esas calles y esquinas que reúne lo más caro y exclusivo de las marcas de lujo que todos conocemos y que ellos mismos venden sus copias falsificadas. Verlos corriendo es tremendo. Corren como si fueran perseguidos por algún animal salvaje para no dejarse atrapar y poder ganarse unos euros para subsistir.
En defensa de los ilegales
En el año 2010 una plataforma “Acción Manta Blanca” defensora de los vendedores ambulantes o top manta junto a muchos de ellos alzó su voz para que fuera despenalizada su actividad que según ellos les reporta de 15 a 20 euros diarios. Con lemas como “mi arte es quitar al pobre, su pan” o “Sobrevivir no es delito y si no vendemos ¿qué comemos?” también denunciaron la inaceptable persecución de los muchachos en las calles.
Además, dentro de las enmiendas que en ese momento introdujo el partido de gobierno PSOE en la tramitación del Código Penal, formulada también por otro partido político, figuró que la venta al por menor de CD (en ese momento era la mercancía más vendida) en la calle no suponga pena de cárcel si el valor económico de los derechos defraudados sea inferior a 400 euros. Poco más se ha sabido con relación a esto.
Mientras tanto, Mohammed junto a sus compañeros se esfuerza cada día por vender lo que tiene al mejor precio, poder comer y hacer lo posible por enviar o ahorrar un poco de dinero para su familia en Senegal o marcharse a otro país europeo. Sueña con regularizar su situación de inmigrante y a pesar de todos los avatares se siente privilegiado.
Millones de personas en el mundo se encuentran en la misma situación de él. Buscarse la vida es un derecho universal siempre y cuando no sea bajo una situación de actividad ilegal. Este joven a veces se cuestiona si debería de regresar o continuar su lucha incesante por un presente y futuro mejor en el que solo el tiempo y las leyes determinarán su vida.
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