En el mundo empieza a surgir la discusión si se debe declarar la obligatoriedad de la vacuna contra el Covid-19 a partir del momento de que haya suficientes dosis disponibles para que todos puedan tener acceso.
Se esgrime el argumento de que la vacuna es el mecanismo más eficaz para contener la expansión de un virus que mantiene en vilo al mundo desde hace más de 18 meses.
El Tribunal de los Derechos Humanos de Europa puso el tema en primer plano cuando, en un caso sobre un tipo de vacuna para niños, decidió que la vacunación obligatoria podría considerarse como una medida necesaria en una sociedad democrática.
República Dominicana mantiene la vacunación como voluntaria y, en el caso del Covid-19, le agrega la gratuidad.
El carácter de voluntario implica que se apela a la conciencia de cada ciudadano para que se inocule, sabiendo que su decisión incide en la persona misma y en los demás.
Por tanto, entra en la carrera el ejercicio del derecho individual de vacunarse o no y la responsabilidad del Estado de garantizar la salud de la colectividad.
Sin embargo, la discusión aún es a destiempo porque el principal problema de la vacuna contra el Covid-19 en el mundo es la falta de disponibilidad.
Mientras tanto, hay que apelar a la conciencia individual para que se vacune todo el que pueda hacerlo, por su bien y por el bien de los demás.