Una voz de alerta

Una voz de alerta

Una voz de alerta

La trata de seres humanos, tal como acaba de bautizarla el papa Francisco, es una “plaga”. Una plaga universal y hace bien el pontífice en lanzar la voz de alerta desde el Vaticano para que los gobiernos del mundo asuman su responsabilidad, no importa del país que se trate y donde afloren casos de vejamen y de esclavitud de hombres, mujeres y niños.

Vemos en esa voz de alerta una iniciativa de alto nivel, sobre todo que pone en movimiento la alta sensibilidad de la Iglesia católica, a propósito de la “Jornada mundial contra la trata de personas” y su lema “Juntos contra la trata”. Pero no podemos quedarnos solo en ese punto aglutinador del lema anunciado.

El llamado global del papa Francisco necesita mucha voluntad. Una voluntad férrea y global. Y más que eso: voluntad y solidaridad no solo para con las víctimas y el apoyo a tiempo que necesiten.

También se hace necesario, como ya se plantea en otros escenarios, identificar las causas y afrontarlas con verdadera decisión.

La indefensión humana, la pobreza extrema y la falta de educación, sin duda tres de las principales causas que abonan el terreno de la trata de personas.

Si no se quiere caer en la indiferencia hay que trabajar en políticas y leyes que incidan en modificar este drama humano.

Y lo económico incide en la indefensión y la pobreza extrema. Hay que poner atención a los salarios vigentes, ya que mantienen en la asfixia a muchas familias de escasos recursos.

Eso sería en principio lo básico para empezar a combatir con verdadera decisión la plaga que denuncia el papa Francisco.



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