Una vieja mansión, convertida en museo familiar

Una vieja mansión, convertida en museo familiar

Una vieja mansión, convertida en museo familiar

Aspecto del gran salón, el piano flores y candelabro. fotos CÉSAR LANGA FERREIRA

En años pasados, regresó al país, un señor de aquellos de “Capa y Espada”, un caballero, a carta cabal.
Este personaje, eligió para su morada, una de las viejas casonas de la ciudad intramuros, precisamente la señalada con el número 4, en la calle Arzobispo Nouel, en la vecindad de la catedral.

La residencia escogida, era antigua, tan antigua que parte de esta, se erigía en dos niveles de altura, mientras otra zona poseía un solo nivel. Es difícil imaginar los recogidos interiores.

El elegante comedor para doce comensales.

Resultó muy conveniente que dicha casona, perteneciera a su grupo familiar detalle definitivo para su elección como su lugar de retiro.

Se procedió a restaurar la vivienda con lo que la prístina belleza original del caserón, la convirtió en una espléndida mansión. Un tiempo después, nuestro personaje, conoció en una reunión social, de carácter familiar, a una hermosa viuda, muy cercana a sus parientes, madre de hijos ya adultos, la que, en esa época, buscaba un trabajo que, aparte de la remuneración, le proporcionara una actividad intelectual que llenara sus horas.

Cuando nuestro personaje observó a la bella dama y escuchó su conversación, quedó gratamente sorprendido al descubrir tantos atributos en tan atractiva señora.

El caballero se sintió irremediablemente atraído por aquella singular mujer, cuya sola presencia, suscitaba, en él, una tormenta de sentimientos.

No tardó mucho en confiarse a un allegado, rogándole que se pusiera en contacto con la dama, para ofrecerle, en su nombre, el cargo de secretaria particular, solo para sus asuntos personales. ¡Dicho y hecho!

Aspecto del enrejado tipo tela de araña, que cubre el patio.

Añejas estancias
No pasó mucho tiempo sin que la casona reverdeciera, sus añejas estancias y los exquisitos muebles y adornos, traídos de Europa para alhajarla, parecieran adquirir nueva luz y brillo, contagiados por esa gran pasión que todo lo envolvía, entre el anciano caballero y la madura gran dama.

Tal parecía que la mansión y su exquisita ambientación, se hubiesen embriagado con los enamorados, como si hubiesen consumido una completa producción de champaña, desde el amanecer hasta el ocaso.

El noviazgo duró poco y la petición de matrimonio, a la antigua usanza, por supuesto, tuvo su epílogo en una luna de miel en la antigua y romántica Italia, justo en el palacio, diseñado por Andrea Mantegna adonde el novio había habitado por largos años, antes de emprender el retorno a su terruño nativo.

Allí transcurrieron los primeros días, de este singular matrimonio, rodeados de muebles y accesorios, dignos de cualquier pareja principesca. El retorno a la casona de la calle Arzobispo Nouel, consolidó la unión otoñal.

La galería comunica con el frondoso jardín.

Un museo familiar
La vieja mansión, convertida en un verdadero museo familiar fue disfrutada por los familiares y amistades íntimas que acudían a las invitaciones de la pareja, para solazarse, en tan mágico entorno. Fue así como los jóvenes descendientes, también aprendieron a apreciar en su justo valor, aquellas espléndidas joyas de las artes decorativas y conservarlas para la posteridad.

Como epílogo a este romántico relato, sólo nos resta desear que, en el futuro, este magnífico museo familiar, pueda ser admirado por especialistas en la materia y por el público culto, ansioso de contemplar los objetos artísticos que se pueden observar en la vieja Europa, trasladados a la vecindad de nuestra gótica catedral primada.

Estancia

— Características
En la antigua mansión hay diversos muebles con características y esencia hogareña. Tofo en un estilo clásico, propio de las decoraciones europeas.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA



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