Una tormenta perfecta

Una tormenta perfecta

Una tormenta perfecta

Frederich E. Bergés

El presente año ha iniciado con buen pie. La disminución del porcentaje del déficit fiscal en relación con el producto interno bruto; el récord alcanzado en el monto de remesas recibidas en el 2021 y el buen desempeño del sector turístico, junto a la recuperación del nivel de actividad de las zonas francas, son hechos promisorios que auguran un inicio exitoso.

Sin embargo, el escenario internacional está presentando hechos relevantes que podrían poner en peligro el optimismo percibido.

El primero de ellos es la inflación que, en nuestro principal socio comercial, los EE. UU., ha alcanzado la cifra récord contemporánea del 7 %.

La oferta monetaria (liquidez disponible) en EE. UU. subió de 5 trillones a 20 trillones en un año. Al la producción no haberse cuadruplicado, subieron los precios. Esa es la real razón subyacente de la inflación actual.

El motor detrás de esta inflación son los costos de los hidrocarburos. El precio del crudo denominado WTI, referente para nuestro país, ha aumentado de precio por encima de los US$ 80.00 el barril, cuando para esta misma fecha el año pasado rondaba los US$57.00 el barril: un aumento de más del 40 %.

Algo similar está sucediendo en los mercados de capital, en el cual las economías más avanzadas han decidido que no pueden permanecer inyectando liquidez constantemente como han venido haciendo desde el inicio de la pandemia en el 2020.

Como parte de sus estrategias, estamos viendo un alza en los niveles de tasas de interés, lo cual no tan solo encarecerá el costo de la deuda internacional de cada país, sino que también veremos niveles relativos de menor liquidez procurando deudas calificadas de naciones del tercer mundo, como el nuestro.

Esta combinación de factores externos, pero de gran incidencia en el comportamiento de nuestra economía, representa un enorme desafío a la estabilidad macroeconómica disfrutada a lo largo de los últimos años. Una tormenta perfecta frente a la cual los forjadores de políticas públicas del país deberán navegar con pericia y prudencia para que la misma nos afecte lo menos posible.