Una regla de oro

Tras un largo periodo de crisis económicas y políticas, 17 países de la Unión Europea, llamados de la Eurozona porque han adoptado como moneda común el euro, han concluido un pacto político sin precedentes, que han denominado como el de la Regla de Oro.

En un esfuerzo por imponer una mayor disciplina presupuestaria, que implica más austeridad y cautela frente al gasto público, se ha formulado un nuevo tratado que obliga a los Estados a modificar sus constituciones para que adopten un control estricto de sus déficits y deudas. El acuerdo busca evitar que el descontrol presupuestario y los déficits subsiguientes perjudiquen la estabilidad de los demás países de dicha Eurozona.

Algo parecido a lo que España recién dispuso cuando modificó su Constitución para abolir cualquier déficit presupuestario mayor del 3% del PIB. Con ello los países de la Eurozona podrían cumplir son sus obligaciones por concepto de deuda, lograr mantener la estabilidad financiera, la independencia de sus Bancos Centrales, y armonizar las políticas fiscales.

Ya hemos propuesto en más de una ocasión que semejante ejemplo debe ser observado en el país, pero cambiando los Estados miembros de la Eurozona por los dos candidatos principales a las elecciones presidenciales, las dos cámaras del Congreso y las denominadas Altas Cortes como testigos.

Si logramos armonizar nuestros regímenes impositivos con los de Centroamérica, si ponemos límites a los déficits presupuestarios (con sus consecuentes vías de control y sanción), logramos cambiar la matriz energética de manera que se cumpla con la demanda y se abaraten los costes para los consumidores, e invertimos racionalmente lo requerido en la educación, nuestros hijos podrían disfrutar de una patria digna y sostenible.

La coyuntura de unas elecciones tan polarizadas es un excelente escenario para cumplir con este designio. ¿Cuál candidato se atreve a dar el primer paso?