Una mirada detenida a la política de endeudamiento público de los últimos cuatro años del gobierno dominicano, el cual advierte que durante ese tiempo la deuda pública ha tomado un ritmo de crecimiento en su volumen que permite adelantar que se está incubando una peligrosa insostenibilidad de la misma.

Esta afirmación se fundamenta en que la tasa de crecimiento de la deuda publica resulta mayor que la tasa de crecimiento del PIB, la cual resulta inocultable en el primer semestre del presente 2023.

Cada vez el endeudamiento publico parece estar creciendo sin límites, lo cual tiende a traducirse en una presión sobre el ahorro y el capital nacional, al tiempo que va construyendo una incertidumbre en los agentes económicos de que en el corto plazo se pudiera caer en una situación de default o impago.

Desde el gobierno se hace un esfuerzo brutal para vender la idea de que el endeudamiento publico se desacelera y para tales fines muestran la relación deuda/PIB como algo fantástico, obviando que existen múltiples indicadores que son los que permiten tener una precisión más objetiva de la sostenibilidad del endeudamiento público.

A la Luz de la razón, una política de endeudamiento publico insostenible se traduce en un deterioro del bienestar de las presentes y futuras generaciones, plantea un escenario forrado de incertidumbre en la economía, impulsa la inestabilidad macroeconómica y se crean expectativas inflacionarias.

En virtud de que la política de endeudamiento publico no la diseñan y ejecutan los ángeles, el gobierno silenciosamente reconoce la ralentización de la economía y precariedad de los espacios fiscales, entonces, recurre a promover una política monetaria expansiva, vía el banco central, con la finalidad de impulsar la tasa de crecimiento del PIB, sin advertir que esto podría ser muy costoso para la economía en el corto plazo.

Ya la deuda pública ha pasado a convertirse en una forma habitual que el gobierno ha escogido como la principal fuente para financiar el gasto publico sin importar los graves aprietos por la que está atravesando la economía y el alto volumen en el crecimiento de la deuda pública que incesantemente está teniendo un mayor peso en relación al PIB.

En adición, si la tasa de interés que paga el gobierno por la deuda asumida supera la tasa de crecimiento del PIB, es un imperativo que para que el coeficiente deuda/PIB pueda considerarse como aceptable, las finanzas públicas tendrían que reflejar un significativo superávit primario para generar confianza en los agentes económicos y mostrar solidez en su capacidad de cumplir con sus compromisos financieros.

Al destacar la ratio, o coeficiente, PIB/deuda se debe subrayar que el PIB es una variable flujo, medida en unidades monetarias/tiempo, mientras que el volumen de deuda es una variable fondo, medida en unidades monetarias.
En tal virtud, cuando se pondera el coeficiente deuda/PIB ha de entenderse que se trata de una medida de tiempo cuyo valor significa o se interpreta como el porcentaje del PIB que se requeriría para pagar la deuda.

Más aun, el coeficiente deuda/PIB en modo alguno implica una disminución de la deuda de un país, sino que es un referente importante a considerar para analizar la solvencia de un país frente a sus acreedores y que permite ponderar de manera más objetiva el diseño exigido para la ejecución de las políticas fiscal y monetaria con efectividad.

No se requiere ser experto en logaritmo para reconocer que el coeficiente deuda/PIB puede disminuir si el déficit publico sea menor que el crecimiento de la economía y eso no es una muestra eficiente en el manejo de las finanzas publica ni tampoco es una expresión de una correcta política de endeudamiento público, dejando despejado que el total del PIB no se destina al pago de la deuda.

Bajo el enfoque planteado, cabe destacar que la condición de sostenibilidad del endeudamiento público es muy relevante en el entendido de que es una expresión de lo importante del crecimiento económico para el fortalecimiento de la posición fiscal.