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Una lectura urgente del Índice Global de Delincuencia Organizada 2025 (Global Organized Crime Index)

Recientemente revisamos el Índice Global de Delincuencia Organizada 2025, un documento que, más que un compendio de cifras constituye un registro de vulnerabilidades y una herramienta de diagnóstico para la acción.

El informe, elaborado por la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC), es una herramienta innovadora diseñada para medir los niveles de delincuencia organizada en los países y evaluar su capacidad de resistencia frente a la actividad delictiva. Traza tendencias, riesgos y trayectorias de la criminalidad, ofreciendo una base empírica para guiar reformas, fortalecer instituciones y empoderar a la sociedad civil.

El valor de este informe radica en que mantiene una continuidad metodológica que permite observar los cambios a lo largo del tiempo. No es solo un espejo que refleja las realidades actuales, sino también una brújula estratégica que podría orientar las decisiones de política pública hacia el futuro, y no únicamente en el ámbito de la seguridad.

Este documento, sumamente interesante, debería llamar la atención de quienes trabajan en el gobierno, en el diseño de políticas públicas de seguridad, así como de los políticos, la academia y la sociedad civil, ya que puede utilizarse como una base de evidencia compartida para transformar conocimiento en políticas y urgencia en acción.

Los delitos que el índice analiza — van desde la extorsión y el tráfico de armas hasta los crímenes cibernéticos— no solo representan una amenaza creciente, sino que también evidencian que las medidas nacionales de resiliencia aún son insuficientes frente a la magnitud del desafío.

El informe señala que los mercados más vinculados a la violencia son la extorsión y el tráfico de armas. La primera depende de la intimidación y la coerción, siendo la violencia la herramienta principal mediante la cual los grupos delictivos establecen control territorial, obtienen pagos y consolidan su reputación. En el caso del tráfico de armas, la relación con la violencia es aún más directa: las armas ilícitas no solo son mercancía, sino también el medio que sostiene el crimen, el conflicto y la inseguridad.

De hecho, el tráfico de armas en RD registra una correlación de 0.67 con el ámbito de seguridad del Índice de Paz Global 2025, lo que refleja que, donde hay mayor flujo de armas ilegales, existe menor estabilidad.

El documento, evidencia una tendencia preocupante: entre 2021 y 2025, la criminalidad pasó de 5.15 a 5.17 puntos, un leve pero significativo aumento, también revela un incremento de 0.20 en los mercados criminales, destacando los delitos de tráfico de personas y tráfico de armas.

A nivel comparativo, el país ocupa el puesto 91 de 193 naciones —subiendo tres posiciones—; el 21 de 35 países de América, y el 4.º de 13 países del Caribe, sin variación en este último bloque.

Asimismo, el índice destaca riesgos emergentes, como las drogas sintéticas y los delitos cibernéticos, figurando el país como punto de producción y transbordo de drogas sintéticas, como éxtasis y fentanilo, destinadas principalmente a América del Norte.

El delito cibernético, por su parte, se consolida como una amenaza creciente. Los ataques incluyen violaciones de datos, piratería de redes sociales, ransomware y malware, dirigidos incluso contra agencias gubernamentales. Sin embargo, el verdadero alcance del cibercrimen sigue siendo difícil de medir, debido a la escasa diferenciación entre delitos informáticos y ataques a infraestructuras críticas.

El desafío que plantea el Índice es claro: no basta con reducir el delito; es necesario aumentar la resiliencia. Las sociedades que mejor resisten el crimen no son las que lo eliminan por completo, sino aquellas que desarrollan instituciones sólidas, ciudadanía vigilante y sistemas de justicia confiables.

En el caso dominicano, la resiliencia crece, pero aún no supera la criminalidad. Esa brecha debe convertirse en prioridad nacional, si aspiramos a transformar la vulnerabilidad en fortaleza, y la reacción en prevención.

El Índice Global de Delincuencia Organizada 2025 es más que un diagnóstico: es una alerta y una oportunidad. Una llamada a leer nuestros riesgos no como condena, sino como campo de acción estratégica.

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La Dra. Josefina Reynoso Chicón es experta en seguridad y defensa, mención política Estratégica y directora del Centro de Estudios de Seguridad y Defensa (CESEDE).

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