Un país en duelo y en búsqueda de respuestas
El día ocho de abril quedará gravado en la conciencia de un pueblo que aún no se explica qué pasó.
La magnitud de la tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set ha dejado una huella dolorosa en el alma de la República Dominicana.
Es uno de esos sucesos que marcan una generación y que pasan a ser parte de la inolvidable historia trágica de un país.
Con al menos 226 fallecidos y casi dos centenares de heridos, el país entero atraviesa un proceso de duelo colectivo que no puede ignorarse ni minimizarse.
Algunos siquiatras han identificado cinco etapas en el duelo humano: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Hoy, como sociedad, transitamos entre esos estados. La incredulidad de las primeras horas dio paso a la indignación y, poco a poco, surgen voces que claman por explicaciones claras.
Luego de llorar a los muertos y darles sepultura, los deudos quieren entender qué pasó y por qué. Es algo humano y natural que requiere comprensión.
Acompañar a las familias de las víctimas no es sólo una expresión de solidaridad, es un deber ético. El dolor necesita compañía, presencia, compasión y respeto.
Todas las víctimas, incluyendo los familiares y amigos de los fallecidos, requieren que la verdad salga a la luz y que las investigaciones sean completas y profesionales para poder ir cerrando etapas del duelo.
Los reclamos que ya empiezan a escucharse son expresiones comprensibles de los dolientes que exigen respuestas.
El duelo es doloroso, pero también es una oportunidad para sanar con verdad.
Saber qué pasó y por qué pasó no sólo es un reclamo de los dolientes, sino una necesidad para evitar que otro oscuro episodio como ese vuelva a ocurrir.
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