“Uno sabe lo que tiene que hacer, pero no lo hace”. Esta es la conclusión a la que llegamos el otro día un grupo de amigas y yo.

Todas, por diferentes razones, posponemos cosas que sabemos que son necesarias, a veces hasta por motivos de salud o prevención, pero siempre aparece una excusa para no hacerlas.

Hay quien lo llama procastinación o aplazar una obligación, pero es algo más profundo, porque nos auto convencemos de que no pasa nada si no lo hacemos y que siempre habrá tiempo. Hasta que por alguna “emergencia” debemos acabar haciéndolo.

Al punto que quiero llegar es que nadie como uno mismo sabe lo que es mejor, lo que le conviene, lo que le va a aportar felicidad, salud y hasta éxito. Pero, sin adentrarme en un análisis profundo porque cada cabeza en un mundo, acabamos boicoteándonos nosotros mismos.

Y en eso todos somos buenos, muy buenos.
Creo que esto nos llega de aprendizajes que asimilamos de pequeños y que según vamos creciendo hay quien lo mantiene y hay quien evoluciona.

Como sea, el primer paso es ser consciente de lo mismo y el siguiente trabajar para mejorarlo. Hay cosas que si no las hacemos, al final realmente no pasa nada, pero hay unas cuantas que sí, que real y efectivamente son necesarias. Así que yo ya he preparado mi lista (lo confieso, necesito ponerlo sobre papel) y sin forzarme voy a ir tachando pendientes.

Al final, cuando lo haces, la satisfacción es grande, el resultado positivo y sin darte cuenta ya avanzas y pasas al siguiente paso. Si ahora mismo sabes lo que tienes que hacer, pero no lo haces, comienza con pequeños pasos, luego más y al final te darás cuenta de que el hábito ha cambiado. Nada como un ‘check list’ cumplido.