La celeridad del mundo y la velocidad con que avanza la tecnología ha provocado en las empresas la imperativa necesidad de actuar con pensamiento crítico y creativo, para poder afrontar las crisis que generan los cambios.
Las organizaciones deben procurar mantenerse competitivas, y eso sugiere una evolución en la manera de hacer negocios, el manejo del personal, la ejecución de los procesos, el rediseño de la estructura organizativa, etc.
El entorno laboral tan dinámico y cambiante al que se enfrentan las empresas hoy, ha estimulado nuevos desafíos. De ahí nace la capacidad de diseñar estrategias focalizadas en la transformación empresarial.
La globalización, la variación en la economía mundial y los avances tecnológicos, son factores que han incidido para que las organizaciones se vean obligadas a iniciar una cadena de cambios. Esto implica un trabajo integral, el involucramiento de todos los miembros de la organización es crucial para llevar a cabo dicho proceso de transformación.
Son muchos los beneficios que aporta la transformación empresarial a las empresas, desde el incremento del nivel de satisfacción en sus clientes, hasta la reducción de los niveles de estrés de sus colaboradores.
Esto es debido a las mejoras que aplica la empresa en diversas áreas, lo que termina impactando positivamente el desempeño de sus colaboradores y, por consiguiente, se traduce en la satisfacción de sus clientes.
Un proceso de transformación supone la aceptación de todos los empleados, por lo tanto, es importante que el área de Recursos Humanos, como responsable del manejo del personal, emplee los mecanismos correspondientes para hacer que todo el equipo se apoye voluntariamente en la implementación de esos cambios que tanto favorecen a la empresa.
En ese sentido, proveer las herramientas requeridas para adoptar las nuevas directrices y brindar el acompañamiento de lugar, los hará sentir respaldados y comprometidos con el desarrollo del negocio.
Del mismo modo, el rol del empleado consistirá en prestar sus destrezas en favor de la institución, procurando mantenerse alineado a su estrategia y objetivos y gestionando positivamente el cambio deseado por los altos directivos. Significa que, ambas partes, deben estar en la disposición de apoyarse mutuamente, velando cada una por sus intereses, para facilitar la consecución de los objetivos.
Así como las organizaciones trazan las vías para continuar encaminadas en el éxito, se sugiere que los empleados se ocupen de adquirir las habilidades competitivas de acuerdo con las demandas del mercado.
Un empleado rezagado no estará en la capacidad de pertenecer al círculo de elegibles, ante la posibilidad de nuevas oportunidades de crecimiento en su lugar de trabajo o fuera de ahí.
Incluso, cuando surge la necesidad de reducir el personal, producto de los mismos cambios que experimenta la empresa, los primeros recursos en ser desplazados serán aquellos que no representen una ventaja competitiva para la organización. De ahí la importancia de dedicarse a sumar fortalezas, explorar nuevas habilidades y reinventarse cada día.