Pocas obras han sido tan vilipendiadas y cuestionadas e investigadas como la central termoeléctrica de Punta Catalina. Pocos dominicanos creen, por el involucramiento de la desacreditada Odebrecht y funcionarios públicos, que no hubo corrupción en su contratación y construcción.

Esas denuncias fueron ineficaces judicialmente, aunque políticamente son una mina inacabable de tizne para embarrar reputaciones. Hace unos días, el PRM nueva vez usa a Catalina como ariete para arremeter contra el gobierno y nueva vez yerra en sus enfoques. Inequívocamente está demostrado que opera confiablemente, entregando la energía contratada, que el mes pasado totalizó 462 GW/h, un 32% de toda la electricidad distribuida por el sistema interconectado.

Los ingresos fueron de casi US$40 millones. Pero el PRM tuerce esas verdades irrefutables montándose en la caravana proselitista con mentiras y falacias. ¿Cómo creerle a un partido que, teniendo disponibles datos ciertos, prefiere politiquear difundiendo falsedades sobre rendimiento, costos y operaciones, públicamente transparentados? A algunos denunciólogos no les importa la verdad, pero apena que al mentir se dañe más el país que ellos.