Madrid.- El tabú y los estigmas asociados a la menstruación continúan presentes en España, con consecuencias directas sobre la autoestima y el bienestar emocional de las mujeres.
La invisibilidad del período en ámbitos educativos, culturales y sanitarios dificulta diagnósticos médicos adecuados y perpetúa mitos, debido a la falta de información fiable.
La expresión “tiene la regla” ejemplifica cómo históricamente, y aún hoy, se utiliza la menstruación para cuestionar la racionalidad, las decisiones y las capacidades de las mujeres. En muchos casos, opiniones o emociones femeninas son descalificadas atribuyéndolas al período menstrual.
Así lo refleja un estudio liderado por investigadoras del Instituto Ingenio, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV), que contó con la participación de más de 4.000 mujeres mayores de 14 años y cuyos resultados fueron publicados en la revista internacional Journal for Equity in Health.
Según la investigación, solo seis de cada diez mujeres perciben la menstruación con normalidad. Las mujeres postmenopáusicas reportan una mayor aceptación social del tema, mientras que las generaciones más jóvenes sienten que el tabú persiste.
La primera regla y la importancia de la información
La vivencia de la primera menstruación resulta especialmente significativa. Muchas mujeres describen este momento vinculado con la sexualización y nuevas expectativas sociales, generando sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad.
El estudio resalta que recibir información práctica y clara durante la primera menstruación es clave para normalizarla y fomentar la confianza al hablar del tema en distintos contextos, incluso con hombres cercanos.
Críticas a los medios y la publicidad
La investigación también señala que la menstruación rara vez aparece en series, películas, libros o medios de comunicación, reforzando su invisibilidad.
Las participantes critican especialmente la publicidad, que suele mostrar imágenes irreales líquidos azules, purpurinas o mujeres siempre sonrientes y enérgicas que distorsionan la realidad y refuerzan la idea de que la menstruación debe “embellecerse” y “higienizarse” para ser socialmente aceptada.
Sara Sánchez-López, investigadora principal, explica que los estigmas se reproducen colectivamente y que los medios y la publicidad tienen un papel preponderante. Sin embargo, a nivel individual, las mujeres pueden contribuir a romper estos tabúes: hablar del tema con naturalidad, evitar eufemismos, cuestionar estereotipos y no ridiculizar a quienes menstrúan. También destaca la importancia de incluir la educación menstrual en los currículos escolares.
Descalificaciones por “tener la regla”
El estudio recoge numerosas experiencias de mujeres que han visto cómo sus opiniones, emociones o decisiones eran desacreditadas por estar “en su periodo”, incluso cuando no menstruaban. Las generaciones mayores, ya en postmenopausia, normalizan más la menstruación, probablemente por su experiencia y por la comparación entre el pasado de silencio y la mayor apertura actual.
Dani Barrington, de la University of Western Australia, también participante del estudio, subraya que los estigmas limitan la discusión pública y política sobre menstruación, frenan avances en regulación y acceso a productos menstruales, y dificultan diagnósticos médicos, perpetuando mitos por falta de información confiable.
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EFE
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