Testimonio de torturador del SIM ante el FBI es el usado contra ajusticiadores Trujillo
Santo Domingo.-La reciente desclasificación de documentos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos sobre el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo ha sacado a la luz información clave que por décadas permaneció en la oscuridad de los archivos secretos de la Guerra Fría.
Entre los datos más reveladores, se encuentra la participación encubierta de Estados Unidos en el suministro de armas a los conspiradores y el respaldo tácito al complot que se gestó contra el régimen trujillista en 1961.
Pero más allá del papel de la CIA, una de las fuentes más sorprendentes del documento desclasificado es un personaje tristemente célebre en la historia represiva del país: un oficial identificado en los documentos desclasificados únicamente por su apellido “Ortiz”, exmiembro del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
Aunque el informe no menciona su nombre completo, múltiples investigadores y fuentes coinciden en que se trata de Clodoveo Edmundo Ortiz González, un agente vinculado directamente a crímenes de tortura y represión durante los últimos años de la dictadura.
Golpe contra Trujillo
Según el documento desclasificado, gran parte de los testimonios que describen la preparación y el colapso del golpe contra Trujillo, así como aspectos denigrantes sobre la conducta de algunos de sus ejecutores, provienen de un informe del FBI elaborado en 1962, basado en una extensa serie de entrevistas realizadas en Nueva York a un teniente de la Marina dominicana que había sido parte del SIM. Ese teniente era Clodoveo Ortiz González.
El documento —que tiene más de 180 páginas— fue generado cuando Ortiz fue arrestado en Estados Unidos, a raíz de una solicitud formal de extradición presentada por el presidente Juan Bosch en 1963, para que enfrentara cargos por tortura y asesinato cometidos bajo el régimen trujillista.
Durante su detención, el FBI aprovechó para interrogarlo y reconstruir, desde su perspectiva, cómo se estructuró el complot contra Trujillo, cómo se ejecutó el asesinato y quiénes fueron sus verdaderos autores intelectuales.

Un servidor del SIM
Clodoveo Ortiz González fue un agente de confianza del SIM, el aparato represivo más temido de la dictadura. Según los relatos recogidos por el historiador Sebastián del Pilar Sánchez en su artículo publicado en 2017, Ortiz participó en interrogatorios brutales, secuestros y asesinatos de opositores.
El 18 de agosto de 1960, junto a otros agentes, fue señalado como uno de los torturadores y asesinos de José Lantigua Deschamps y José Hilario Espertín Oliva, cuyas muertes ocurrieron en el infame centro de detención “La 40”.
Operación fallida
La operación planeada por un grupo de civiles y militares dominicanos, con apoyo encubierto del consulado estadounidense, para asumir el poder tras la eliminación de Rafael Leónidas Trujillo, colapsó casi de inmediato, a pesar de que el atentado contra el dictador fue ejecutado con éxito.
Documentos recientemente desclasificados por Estados Unidos detallan los momentos previos y posteriores al atentado del 30 de mayo de 1961.
Estos incluyen entrevistas con funcionarios de inteligencia, archivos privados, confesiones obtenidas bajo tortura y reportes de investigación interna del FBI y de los servicios de seguridad dominicanos.
La clave para el atentado
El informe señala que la clave para poner en marcha la ejecución del atentado fue el mensaje del teniente Amado García Guerrero, oficial de la guardia presidencial en el Palacio Nacional, quien informó a los conspiradores que esa noche Trujillo saldría rumbo a su finca de descanso, conocida como “La Fundación”, en San Cristóbal. Eran las 7:00 de la noche del 30 de mayo de 1961. El momento que esperaban había llegado.
Aunque el grupo no estaba del todo preparado y no todos los implicados estaban en posición, Antonio de la Maza, uno de los líderes del Grupo de Acción, no estaba dispuesto a esperar más. Amenazó con ejecutar el atentado él solo si los demás no lo acompañaban. Finalmente, todos acordaron proceder esa misma noche.
Cada uno portaba su arma personal. De la Maza, además, llevaba una escopeta recortada y dos rifles semiautomáticos M1. La emboscada, planeada durante semanas, se activó.
La noche de la muerte
Otro archivo de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) ofrece detalles sobre el papel activo que jugó esa agencia en la planificación y ejecución del asesinato del dictador Rafael Leónidas Trujillo, además de revelar el nombre de la amante con la que se encontraría en la hacienda Fundación la noche de su muerte.
Aquella noche, según el documento, Trujillo se dirigía a una finca llamada “La Fundación”, donde lo esperaba su amante, una joven de 19 años llamada Idominia Sánchez, según continúa el informe.
Pero en el trayecto, a lo largo de una autopista de cuatro carriles, el vehículo fue interceptado por tres autos que transportaban a ocho hombres armados.
Eran los miembros del núcleo operativo del complot. Abrieron fuego contra el automóvil y lo acribillaron. Trujillo fue abatido en el acto. Su cuerpo fue retirado del lugar por los mismos atacantes.
Gobierno de Bosch
— Proceso
El gobierno de Juan Bosch solicitó la extradición de Ortiz en 1963. Tras meses de trámite, las autoridades estadounidenses aceptaron la petición y Ortiz fue enviado de regreso a República Dominicana para ser juzgado.
“La CIA no participó en el asesinato”
Complot. El informe indica que la CIA entrevistó a tres altos funcionarios que estuvieron directamente vinculados con las operaciones en América Latina durante la época del asesinato: Richard Bissell (director adjunto de Planes), J. C. King (jefe de la División del Hemisferio Occidental) y J. D. Esterline (jefe de Operaciones de esa misma división).
En sus declaraciones, King y Esterline coincidieron en que la CIA no participó directamente en la planificación del asesinato, sino que se limitó a “monitorear” el complot interno.
Ambos insistieron en que las armas suministradas por la CIA probablemente no fueron utilizadas en el atentado.
Richard Bissell sostuvo una impresión vaga de que quizás sólo una de las armas proporcionadas por la CIA fue utilizada.
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