¡Tened ánimo; no temáis!

Y a la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar; y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 14:25-31
Este es uno de los pasajes en la Biblia que más paz le da a mi corazón, es cuando Jesús calma la tempestad. Podemos sacar muchas enseñanzas de estos versículos, pero quiero centrarme en dos en particular, las cuales serán muy importantes para nuestra vida.
Primero Jesús tiene el control de todo lo que nos pueda acontecer. Esto debe darnos una paz extraordinaria en estos días. Jesús nos muestra que no hay que tener temor a lo que pueda venir.
Y lo segundo es creer. Si, debemos creerle siempre, no dudar, que nuestra fe en el Hijo de Dios esté viva. Estar centrado en su palabra, la cual nos prepara para los tiempos cuando las cosas estén, ya sea bien o mal. La debilidad de la fe y el predominio de nuestras dudas, desagradan a nuestro Señor Jesús.
Hoy Jesús nos responde con toda la autoridad del Dios creador del mundo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!