La incertidumbre que siempre ha prevalecido en la franja fronteriza con Haití, desde ayer se ha agravado después del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse. La inestabilidad política en el vecino país ha sido siempre motivo de preocupación para los dominicanos que aún permanecen en la frontera.
Los disturbios del lado haitiano son casi frecuentes y sirven de alarma para quienes tratan de sobrevivir en base al comercio lícito con los haitianos que se auxilian de las mercancías que adquieren de dominicanos.
La muerte de Moïse a cargo de un grupo armado en su residencia produjo que la frontera tuviera que ser cerrada y que el negocio estuviera paralizado en espera de una definición a corto plazo sobre la situación haitiana. Los comerciantes y ciudadanos de los dos países han sabido sobrevivir en base a la crisis.