Sucesos posteriores al ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujilo Molina

Sucesos posteriores al ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujilo Molina

Sucesos posteriores  al ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujilo Molina

Filas en el Palacio Nacional para honrar el féretro de Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Luego del hecho que dio fin a 31 años de dictadura en la República Dominicana, la ciudadanía, el Gobierno y la prensa, tuvieron contrastantes reacciones relativas al ajusticiamiento y sus perpetradores. Analizaremos algunas de ellas a continuación.

Héroes del 30 de mayo
Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza, cabecillas del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo, murieron en un intercambio de disparos con agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) frente a la Ferretería Read, la noche del 4 de junio de 1961; sus cadáveres fueron mostrados a los periodistas en la morgue del hospital Dr. Miguel Brioso Bustillos hoy Dr. Ramón de Lara, las sensibles imágenes salieron en la contraportada del extinto periódico La Nación.

El monumento levantado a la memoria del general Trujillo, en el lugar donde murió, sería totalmente destruido meses después.

El teniente Amado García Guerrero, murió bajo las mismas circunstancias en la casa 59 de la avenida San Martín, el 2 de junio de 1961. Era su cumpleaños.

Modesto Díaz, Huáscar Tejeda, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Manuel Cáceres (Tunti) y Salvador Estrella Sadhalá, a quienes se les llevaba un proceso judicial por el tiranicidio, fueron asesinados por Rafael Trujillo hijo, en la Hacienda María el 18 de noviembre de 1961, luego de que el autobús que los trasladaba a la Penitenciaria Nacional de La Victoria fuera emboscado por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Los sobrevivientes de la gesta, Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barrera, pasaron de ser enemigos públicos a miembros del Consejo de Estado que gobernó el país desde enero de 1962 hasta la toma de posesión de Juan Bosch.

En 1964 el Triunvirato entregó la Orden del Mérito de Duarte Sánchez y Mella, en el grado de Gran Cruz Placa de Oro, otorgado a los héroes del 30 de mayo, y recibidos por las madres, viudas, hijos y familiares de los mismos.

El 4 de febrero de 1965, Bienvenido Nadal Saint Amand, juez de la Primera Cámara Penal, impuso en contumacia 30 años de trabajos públicos a Rafael Trujillo hijo, José León Estévez y Gilberto Sánchez Rubirosa por el asesinato de los héroes del 30 de mayo. Los acusados vivían fuera del país y nunca fueron extraditados para cumplir su condena.

Entre llanto y júbilo
Personalidades e instituciones a nivel nacional e internacional, líderes mundiales y religiosos expresaron sus condolencias por la muerte de Trujillo, como fue el caso del primer ministro de Japón, Hayato Ikeda y el Papa Juan XXIII.

El presidente Joaquín Balaguer declaró mediante el decreto No. 6722 del 31 de mayo de 1961, nueve días de duelo nacional. Restaurantes, establecimientos comerciales y centros sociales cerraron sus puertas en señal de duelo y las personas transitaban silenciosas por las calles.

En noviembre de ese año, tras la partida de la familia Trujillo del país, el pueblo comenzó a destruir los monumentos dedicados al dictador, como fue el caso de la columna conmemorativa y el altar votivo erigido en el sitio donde fue asesinado.

En los trozos de mármol y piedras del monumento, se escribieron leyendas tales como “asesino” y otras. El 30 de mayo de 1962, en ese mismo lugar fue develada una tarja en conmemoración del primer año del ajusticiamiento.

La ley No. 5595 del 11 de agosto del 1961, declaró “Día de duelo nacional, no laborable”, el 30 de mayo de cada año. Casi un año después, el Consejo de Estado promulgó la ley No. 5925 del 26 de mayo de 1962, que declaró el 30 de mayo “Día de fiesta nacional”. Ese día es denominado Día de la libertad, y se celebra con diversos actos.

Con motivo del primer aniversario del ajusticiamiento fue celebrado un espectáculo denominado el “Desfile del Chivo de la Campana”, una caravana de vehículos encabezada por el trencito del zoológico y seguida por miles de personas.

Un chivo fue llevado en una silla que simulaba la que empleaban los esbirros de la tiranía en la cárcel La 40 para torturar a los enemigos del régimen.

El desfile culminó con una fiesta popular en el parque Eugenio María de Hostos, amenizada por varios conjuntos típicos y orquestas. Se rifaron 30 chivos y un litro de ron.

En la prensa
Algunos de los contrastes más sobresalientes podemos verlos en la prensa de la época, a continuación dos fragmentos de unos textos publicados en el desaparecido periódico La Nación:

“Los asesinos del insigne Generalísimo Dr. Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y esclarecido Padre de la Patria Nueva, van a tener que responder a una de las más horribles acusaciones que haya tenido que soportar hombre alguno… No puedo saber qué clase de sentimientos anidan en la conciencia negra de los asesinos.

No sé siquiera si existe o no eso que los hombres llaman conciencia y mucho menos puedo saber si existe en las entrañas de quienes han demostrado ser, en vez de hombres, monstruos”, cita un artículo exclusivo para La Nación del 9 de agosto de 1961.

En una carta dirigida al presidente Joaquín Balaguer, publicada el 7 de diciembre de 1961 en el mismo periódico, dice: “Los hombres que realizaron la hazaña del 30 de mayo último, alcanzaron la categoría de próceres y deben ser glorificados…

Este acontecimiento tiene tanta trascendencia política e histórica como la Independencia y la Restauración de la República, porque librarnos del más largo ominoso yugo que registra nuestra historia, es en un último análisis crear de nuevo la Patria”.

— Contrastes
Al principio, duelo y silencio en las calles por la muerte del generalísimo. Tras la salida de la familia Trujillo… fiesta.

*Por GLORIA CALDERON