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Sublime  esperanza

Leyendo el libro de Romanos me he encontrado con una escritura que alumbra mi alma y me da esperanza, la cual quiero compartir con usted, mis lectores.

Romanos 8:1-2 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.

Estos dos versículos nos dan la idea de tener una vida segura en Dios, donde el poder de la sangre, comprada a precio de muerte, le da esperanza al hombre hacia la vida eterna.

En la primera parte nos dice que no hay condenación a los que han aceptado a Jesús en su vida. El Dios infinitamente justo y santo puede perdonar al pecador, solo por fe, a través de lo que Cristo hizo. Y me preguntarás, ¿cuál condenación es la que tengo yo?, pues amigo, dice la Biblia, “por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios”.

Nosotros necesitamos el perdón de Dios en nuestras vidas.

Mientras que en la segunda parte Pablo habla del efecto de la obra de Jesús en cada uno de nosotros. Nos dice claramente que Cristo nos está librando del pecado y de la muerte. El pecado es la condición caída del hombre por la desobediencia de Adán y este nos produce la muerte eterna y nos aleja de Dios. Qué grande es esta esperanza de que un día estaremos en la presencia de Dios llenos de gozo. Las personas sin esperanza están sin futuro, pero cuando nuestra vida es restaurada por Jesús se obtiene la verdadera alegría. Recordemos que Cristo ha venido a este mundo para llevarnos al Padre, él pagó por nuestros pecados en la cruz. Él fue aquel que dio su vida por ti y por mí, y todos debemos apreciar esta gran esperanza, porque estamos protegidos por Dios.

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