Somos humanos

Ayer iba caminando por la calle y dos chicas delante de mí lo hacían mirando su celular con una capacidad increíble de no chocar con nadie. Incluso cruzaron un semáforo con la vista fija en el aparato.
Así las dejé cuando nuestros caminos se separaron, pero la verdad, me quedé pensando qué ha hecho de nosotros la tecnología, de nuestra relación con el entorno y entre nosotros mismos. Luego, en la tarde, leo en el periódico que hay una nueva lesión llamada «whatsappitis» que afecta a los tendones de la mano por el exceso de teclear en el celular.
Estamos llegando a un punto en el que una herramienta creada para sernos útil ha pasado a controlarnos completamente. Sólo pruebe a dejar el celular un día en casa y salir sin él; se produce hasta un síndrome de abstinencia y el famoso FOMO, miedo a perderse algo.
Ya no es sólo hacer una desconexión y ser conscientes del abuso que hacemos de la tecnología y de cómo, cada vez más, en vez de ser útil, es nociva. Se trata de saber cómo utilizarla para lo que en principio fue creada: aportar soluciones a nuestra vida.
Debemos verla como una herramienta más, como pudiera ser cualquier otra, pero no permitir que entre en todas las facetas de nuestra vida.
Es vital el potenciar que sea nuestro cerebro el que funcione y no apoyarnos en que un aparato con IA lo haga, poner límites reales cuando estamos con otras personas que nutran las relaciones puramente humanas, empoderar a nuestros sentidos cuando estamos en diferentes lugares, levantar la cabeza y observar lo que nos rodea sin que sea a través de una pantalla.
Ser más inteligentes que la inteligencia artificial, saber usarla y no dejar que ella nos dirija. Nuestra humanidad es única; potenciémosla siempre.