Nadie ha podido comprobar la teoría que han sostenido muchos estudiosos del comportamiento de los dominicanos, en el sentido de que son olvidadizos por naturaleza.
Quizá esa sea la causa fundamental para dejar de lado acontecimientos de suma importancia para la sociedad en general.
Por ejemplo, los casos judiciales de sobrevaluación, corrupción y lavado de activos que se están conociendo, la mayoría con una dilación extraordinaria, borran de la memoria del vulgo otros con menor trascendencia.
Es así como se juega con frecuencia al olvido, incluso bajo el patrocinio de los mismos que deben llevar los casos hasta el final.
Esto les da la razón a los que dicen que este es un pueblo que olvida a sus héroes más connotados y sus fechas importantes.
Estamos pues ante una falla lamentable de la memoria histórica del pueblo, lo que a la larga ha tenido graves consecuencias.
Un ejemplo claro es lo que ocurre en el sector deportes, ningún dirigente o funcionario jamás se ha referido, ni interesado, a la suerte de los terrenos, millones de metros, que se apropiaron extraños en La Barranquita de Santiago.
Se supone, y es así, que los dirigentes deportivos deberían ser los primeros en estar reclamando, sin pausas, la solución de ese caso.
Sin embargo, nunca desde el movimiento deportivo se ha dicho esta boca es mía.
Mientras anomalías de esa naturaleza se multiplican, la mayoría de esa dirigencia obsoleta solo se preocupa por los fondos que reciben del Estado, y están siempre prestos para viajar al exterior, muchas veces en turismo deportivo.
La Barranquita y otros complejos que corren su misma suerte siempre tendrán quien le escriba, aunque otros apuesten a la mala memoria.