Santo Domingo.- Por más de tres décadas, Raúl González presentador del programa Despierta América en la cadena Univision cargó con un secreto que le pesaba más que cualquier papel interpretado en los escenarios.
“Sí, soy gay”, dice sin rodeos.
El actor venezolano dijo que por años fue lo que más le atormentó toda la vida.
"Crecí con ese miedo. Fui víctima de burlas, de bullying, de prejuicios… y lo más duro fue tener que ocultarlo de las personas que amaba”.
Durante una conversación con la periodista, Mandy Fridmann, quien es además su amiga, sobre su libro autobiográfico dijo: “la mentira cansa… y la verdad libera”.
“No se trata solo de hablar de mi orientación sexual, sino de todo aquello que me definió, que me dolió, que me hizo ser quien soy”.
"Fui un niño muy deseado"
Recuerda haber crecido sobreprotegido, con problemas de salud asma, pies planos, operaciones médicas tempranas y una personalidad que describe como “obsesiva y compulsiva”.

“Desde que tengo uso de razón fui un niño miedoso, con ansiedad. Siento que nací con una personalidad obsesiva compulsiva, y mi primera herramienta de escape fue la comida”, relata.
En su obra, González narra su infancia como “un niño deseado, pero lleno de miedo”.
Una adicción invisible
Su relación con la comida, dice, fue su primera forma de llenar vacíos. “El alimento es lo primero que recibimos al nacer. Te calman con comida, te consuelan con comida, y cuando creces, sigues buscando ese consuelo”, explica.
Durante años, esa adicción se convirtió en su refugio y en su castigo. “Nunca usé drogas, porque les tenía respeto, pero sí fui adicto a la comida y al alcohol”, reconoce.
“Don Francisco me dijo algo hermoso: ‘Ahora entiendo muchas cosas de ti’. Porque nunca lo había contado con tanta profundidad como lo hago en este libro”, añade con una sonrisa nostálgica.
Vivir con miedo
El momento más difícil de su vida, asegura, fue aceptar y hablar abiertamente de su orientación sexual.
Cuenta que su padre, al enterarse, le pidió que nunca se lo contara a su abuela. “Mi papá me hizo jurar que no se lo dijera… entendí su vergüenza, y lo perdoné. Porque el perdón también libera”, expresa.
Después de su fallecimiento, González encontró la paz que tanto había buscado. “Cumplí con él, pero también con mi verdad. De esa experiencia nació mi mensaje más importante: el perdón y la autenticidad”.
Una historia de sanación
Raúl asegura que la terapia fue clave en su proceso de autoconocimiento. “Voy a terapia desde los 17 años. Me ayudó a entenderme, a sanar, a reconocer el daño que hice, pero también a perdonarme”, dice con la voz entrecortada.
“Nunca hice daño con mala intención. Lo hice desde el miedo. Y eso Dios lo sabe”, afirma.
Su libro —que combina confesiones, reflexiones y aprendizajes— no busca generar escándalo, sino ofrecer herramientas para quienes también cargan con su propio silencio.
“No se trata de ser famoso o de confesar para que te aplaudan. Se trata de vivir en paz. Porque la verdad, aunque duela, libera”, repite con firmeza.