Secuestro a la novia del Atlántico

Secuestro a la novia del Atlántico

Secuestro a la novia del Atlántico

El Atlántico se quedará soltero, porque tengo planes de secuestrar a su hermosa novia… Puerto Plata.

Cuatro días no fueron suficientes para conocer esa provincia. Sin embargo, fueron suficientes para reafirmar que este país, a pesar de sus contrastes, es maravilloso.

Desde el momento que abandoné la guagua para pisar por primera vez suelo puertoplateño, me contagié con el carisma y la solidaridad de su gente. Visitar la Catedral; tomar clases de surf en la escuela Pauhana de Playa Encuentro; sentarse en la playa “Calle sin salida” de Sosua y ver el atardecer de julio; subir en el Teleférico y tomarse la foto con el Cristo; caminar por la playa de Cabarete abrazada por la luz de los bares y restaurantes; comer pizzas de Pomodoro; andar en motoconcho y voladoras; conocer personas como: el gran Héctor y el viejo Nagib; Chepe y sus tablas de surf; Jack y los balances de la vida; el sicario y su forma de manejar; los perros miembros del comité de acogida en el hotel Kaoba; conocer a Feliz, la niña surf que sabe tres idiomas con 7 años; Andrea, el italiano del Teleférico; Omar y su buen sentido del humor. Hablar con ellos, saber cómo piensan, conocer sus creencias y estilos… hizo que esa experiencia se almacenara en mi memoria de largo plazo.

Sin embargo, hubo algo que me preocupó lo suficiente como para escribir este artículo. Los dominicanos, en su mayoría, no conocen su país.

Preguntarnos como individuos y como país lo que es la dominicanidad debe ser tarea urgente para definir lo que son nuestros valores.

No se puede amar lo que no se conoce. Las actuales y futuras generaciones vienen con el sello “made in cualquier país, menos RD”. Por eso, el paradigma de desarrollo humano coloca en su debido lugar el respeto a lo que la gente es dentro de un entorno cultural y no por lo que tiene o consume.

Muchos de nuestros problemas sociales se deben a esta falta de identidad cultural. El complejo de Guacanagarix nos nubla la visión da fácil paso al pesimismo, el clientelismo, el caudillismo y la externalidad, y esto es una limitante en los esfuerzos de promover la identidad como país.

Muchos dominicanos piensan que lo de afuera es mejor que lo de adentro, pero si no conocen lo de adentro… ¿cómo saben que lo de afuera es mejor?



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