Desde el surgimiento en la República Dominicana de la Resolución Alternativa de Conflictos o Disputas (RAC-RAD) en inglés en 1997, los sectores en donde mayormente han calado estos métodos, han sido en los vulnerables. Es decir, en la ciudadanía de bajos ingresos y de poco poder adquisitivo.
No estoy diciendo que la conflictividad en la familia o en la vecindad tiene sus raíces en los bajos ingresos de la gente. Lo que deseo significar, es que esas personas son las que están más abiertas a dialogar y buscarle una solución a sus conflictos.
Tanto los lectores de Conflictos y Mediaciones como la ciudadanía en sentido general, que han utilizado la mediación como un puente para resolver sus controversias, señalan que las personas de altos ingresos económicos intervienen sus disputas a través de oficinas de profesionales del derecho de “prestigio” o renombre.
Por un lado tienen razón, pero por otro lado, entiendo que las disputas de esos ciudadanos esta en pausa, no resuelta. Ya que no han sido ellos mismos, que en compañía de una persona tercera imparcial, han resueltos sus diferencias. Es decir, ellos y ellas no han sido sus protagonistas y que por lo tanto, el conflicto está pendiente a una solución eficaz, como la mediación.
Las personas lectoras de esta columna se han enterado de nuestra participación en dos congresos mundiales de mediación (2015 en Lima, Perú y 2018, en Argentina); en donde experimentados mediadores y conflictólogos de los 5 continentes se reúnen todos los años para exponer las buenas prácticas de los mecanismos adecuados de solución de conflictos (Masc), nombre que en la actualidad le están llamando a la Resolución Alternativa de Conflictos (RAC-MARCS-RAD), de acuerdo a sus avances y desarrollo, en los países en donde utilizan estos métodos alternos para solucionar conflictos.
Tanto en 2015 como en el 2018, tuve la oportunidad de compartir experiencias con personas mediadores y escritores de textos en la materia. Consultándole en relación a la utilidad de estos medios alternativos y adecuados, solicitándole sus experiencias en referencia a que el mayor uso de la mediación y la conciliación, recae sobre personas vulnerables o de sectores de bajos ingresos.
Indicaban que son esas personas las que generalmente acuden a los Centros de Mediación o Conciliación, a buscar una salida a sus conflictos, ya que los mismos no tienen los recursos económicos adecuados para acudir a una oficina de profesionales del derecho. Claro, con excepciones. Otros con dinero prefieren ir a esos espacios de diálogos que a los tribunales.
Se han dado cuenta que no es bueno que otro decida por ti y más, cuando se trata de asuntos familiares o de pareja; en donde los vínculos sanguíneos son trascendentales por encima de las diferencias e intereses.
Les comentaba además, que en algunos países los servicios de mediación y conciliación son gratuitos en todas las instancias; pero a la vez, para la gente implica un gasto. Le citaba el transporte, el tiempo y las responsabilidades que estos obviaban (trabajo, estudios, etc.) para ir a estas instancias mediadores.
Pero además, que las personas mediadoras o eran voluntarias o servidores judiciales; lo cual implica un gasto para el Estado, el cual obtiene sus recursos de los impuestos que la ciudadanía paga a través de los bienes y servicios.
En conclusión, en los Centros de Mediación y Conciliación se está a la espera de la ciudadanía, sea esta de altos o bajos ingresos, solo debe tener un conflicto para ser admitido su caso. Estos esperan por usted.