El fervor y el activismo de los grupos protestantes se han incrementado de manera considerable en los últimos años. DUANY NUÑEZ
SANTO DOMINGO.-En República Dominicana, un país que históricamente ha estado profundamente vinculado a la fe católica, se está experimentando un cambio significativo en las creencias religiosas de su población, coloncándonse en los primeros lugares de los menos creyentes en la región y donde el protestantismo ha ido ganando más espacio en la medida que el catolicismo pierde terreno.
De acuerdo con los datos del informe Latinobarómetro 2024, el país ocupa ahora el tercer lugar en América Latina entre los menos creyentes en Dios, con un 25 %, solo superado por Uruguay, con un 52 % de la población que se declara no creyente en Dios, y Chile, con un 37 %.
A República Dominicana le siguen El Salvador con el 21 % y Argentina y Colombia empatados con el 20 %.
La media de América Latina es 19 por ciento en 2024, según Latinobarómetro.
Este fenómeno revela una transformación no sólo en las prácticas religiosas, sino también en la configuración cultural y social del país, donde en sentido general la religión tiene menos pesos en el accionar de las personas y la influencia de los líderes católicos es cada vez más limitada.
El Latinobarómetro 2024 registra una caída constante en la afiliación a la Iglesia católica en República Dominicana.
En 2010, el 65 % de los dominicanos se declaraban católicos, pero para 2024, esta cifra ha descendido al 43 %.
En paralelo, los que se identifican como evangélicos han aumentado de un 18 % a un 28 % durante el mismo período.
Las estadísticas también reflejan una disminución en el número de sacerdotes activos en el país.
Mientras la población dominicana ha crecido un 25 % en los últimos 20 años, el clero católico ha experimentado una reducción del 15 %, pasando de aproximadamente 1,350 sacerdotes en el 2000 a poco menos de 1,150 en 2024.
Esto evidencia un desafío en la capacidad de la Iglesia para atender a una población en crecimiento y con necesidades espirituales cambiantes, espacio que ha sido ocupado por otros grupos religiosos o engruesa los no creyentes.
Estos datos también coinciden con una tendencia regional donde la religiosidad tradicional está siendo desafiada por nuevas corrientes espirituales y donde los jóvenes son los más propensos a identificarse como no creyentes.
Los países más católicos
Hay siete países de la región donde más del 60 %, por encima del promedio regional, se declaran católicos: estos son Venezuela y Paraguay con 72 %, México con 68 %, Ecuador (65 %), Perú (64 %) y Bolivia y Argentina (63 %).
Los países menos católicos de la región están liderados por Uruguay (33 %), que tiene una alta población agnóstica, seguido por Honduras (36 %) y Guatemala (39 %).
El salvador (40 %) y República Dominicana (43 %).
El cambio de perfil
Un factor clave en la disminución de la influencia católica ha sido el cambio en el perfil del Episcopado Dominicano.
La mayoría de los obispos actuales provienen de orígenes rurales y han desarrollado su experiencia pastoral en comunidades campesinas.
Si bien esto les ha otorgado una sensibilidad particular hacia las necesidades de las zonas rurales, ha generado una desconexión significativa con las demandas y preocupaciones de las grandes áreas urbanas, donde vive la mayoría de la población dominicana.
En la actualidad el Episcopado es casi absolutamente cibaeño, con un solo obispo ordinario que no naciera o ejerciera su sacerdocio en esa región.
De los once obispos al frente de diócesis, solo monseñor Jesús Castro, obispo de Higüey, no ha ejercido su misión sacerdotal en la zona del Cibao, lo que hace más marcado la desconocexión con el predominio urbano de la demografía actual.
Ciudades como Santo Domingo y Santiago se han convertido en centros de pensamiento moderno y multicultural, con una población más expuesta a ideas globalizadas y menos vinculada a la tradición católica.
Esta desconexión se ve agravada por la limitada participación del Episcopado en los debates nacionales sobre temas como derechos humanos, políticas públicas y el impacto de la desigualdad económica.
A nivel social el liderazgo católico prácticamente ha relegado a planos secundarios su rol de mediador por excelencia de los conflictos sociales, espacio que no ha sido llenado por representantes de otros sectores, pero que le ha quitado prevalencia a la catolicidad.
Expansión evangélica
Mientras tanto, las iglesias evangélicas han encontrado un terreno fértil para crecer en República Dominicana.
Con un enfoque más dinámico y adaptado a las necesidades urbanas, estas congregaciones han desarrollado una conexión emocional y práctica con sus feligreses.
Sus actividades incluyen programas de asistencia social, atención comunitaria y una fuerte presencia en los medios digitales, elementos que resuenan con la juventud y las clases medias emergentes.
Además, los evangélicos han adoptado un discurso más alineado con las aspiraciones de progreso material y espiritual de sus seguidores. Su capacidad para integrar tecnología, música contemporánea y mensajes accesibles les ha permitido captar a una población joven que busca formas más personalizadas de espiritualidad.
Eventos como “La Batalla de la Fe” son un recordatorio del crecimiento de la comunidad evangélica.
Crecimiento
— La Batalla de la Fe
El crecimiento de la feligresía evangélica se refleja en el evento La Batalla de la Fe, que se realiza el día primero de enero de cada año. Este año la congregación celebró su concentración 61 de manera ininterrumpida.
Factores sociales
Adaptación. El fenómeno también está influenciado por factores sociales y económicos. La urbanización rápida, la desigualdad persistente y el acceso a la educación han transformado la forma en que los dominicanos perciben la religión.
Las generaciones más jóvenes, expuestas a la globalización y al acceso masivo a información, están desafiando las creencias tradicionales y explorando nuevas formas de expresión espiritual.
La pandemia de COVID-19 también desempeñó un papel crucial, obligando a las iglesias a adaptarse a las plataformas virtuales, herramientas que fue mejor aprovechada por los grupos religiosos protestantes.
Las iglesias evangélicas, por su parte, han aumentado su incidencia política, con líderes que buscan participar activamente en las discusiones sobre temas como educación, salud y derechos civiles.