El Banco Mundial acaba de darle un toque de optimismo a la atmósfera dejada por la pandemia del coronavirus. Y lo ha hecho desde el ámbito que le corresponde: la economía del mundo.
La información del banco empieza con una nota trágica acerca del 2020, del que advierte con previsiones bien fundamentadas, que será un año perdido como no lo había visto la humanidad desde hace más de un siglo.
Sin las precisiones con las que lo ha hecho este órgano de las finanzas mundiales, cualquiera que haya caído en la cuenta de que todas las economías fueron paradas de golpe y que echarlas a andar de nuevo se tomará más tiempo del que se requirió para hundirlas, cuenta con la información de sentido común necesaria para comprender que este es un año perdido.
Ahora bien, no todos tienen que estar de acuerdo en que tan pronto como el año 2021 estaremos viendo un mundo en recuperación. El optimismo del Banco Mundial lleva, después de la previsión de una caída superior al 5 por ciento del Producto Interno Bruto global y de más del 7 por ciento en el de América Latina en particular, a un crecimiento superior al 4 por ciento para el año que viene.
Para el 2022 la mejoría económica acaso sea suficiente para curar del mal momento, según el optimismo financiero mundialista.
Siempre es bueno, y hasta oportuno, retomar el trabajo con la vista puesta en las sonrisas y el bienestar, pero no hay que olvidar que estos menesteres están hechos de números y particularidades, que en el caso nuestro incluyen deuda externa en un alto porcentaje del PIB, un ineludible año electoral, un varias veces postergado pacto fiscal y la preocupación de algunos sectores que cifran hasta en un 30 por ciento a los que en marzo tenían un trabajo o un negocio estable y ahora no se sabe si podrán mirar alrededor siquiera con un poco del optimismo del Banco Mundial.
Algunos recordarán aquella vieja fórmula de sanación del dolor tras las caídas en la infancia: sana, sana, culito de rana. Si es fácil y rápido como ha sido planteado, bienvenidos sean el bienestar y la estabilidad.
