La República Dominicana es uno de los países de la región que menos invierte en salud mental, destinándole menos del 0.5 % del presupuesto del sector salud.

Sin embargo, cerca del 20 % de nuestra población sufre alguna enfermedad mental: depresión, ansiedad, adicción, etc.

Otra evidencia de la poca importancia que se le da a la salud mental es la falta de cobertura de los seguros médicos, tanto a las consultas, tratamientos, procedimientos y medicamentos; así mismo, la precaria disponibilidad de centros públicos con áreas especializadas en estos temas.

La salud mental afecta no solo a quien la padece, además altera la convivencia social. La salud mental determina la salud del Estado.

Quien tiene un familiar cercano con problemas de salud mental sabe lo que se sufre. Ver como una persona destruye su vida y la de quienes le rodean.

Algo como la depresión o el trastorno bipolar, por ejemplo, le impiden tener una vida laboral estable y una vida familiar sana, corroen su mundo y el mundo a su alrededor.

Las personas con estos trastornos tienden a culpar a todos de sus “desgracias”, sin hacer conciencia de que el problema está en su interior.
Un país que no preste atención a la salud mental de su población tendrá serias dificultades para salir del subdesarrollo.

Cierro este escrito con un fragmento del artículo La salud mental en la República Dominicana, escrito por Ashley Guerrero: “Pero es que, al momento de hablar de salud, lo fundamental debe de ser la mental. Debido a que una mente saludable y estable hace posible que las demás áreas de la persona puedan funcionar correctamente”.