Saber amar

Saber amar

Saber amar

Pedro Ángel, director de Resumen de salud.

De verdad, con frecuencia me he preguntado cómo es que esas mujeres tienen capacidad de tomar, pedacito por pedacito, despojos de corazones y almas rasgadas llegadas a sus pies. Seres humamos maravillosos, pero cuarteados, lastimados, desmembrados. La vida esconde sus colores y da duro.

Esas Isabel, Carmen Julia, Mellisa y otras más saben amar y enseñan a amar con calidad. Y no me refiero al amor carnal, al de una mujer a un hombre, y viceversa. Hablo del interior humano, esa cavidad con firmamento repleto de estrellas, luces infinitas, sinuosidades, vacíos.

Bajo el sol de sus talleres he conocido gente que ha dejado conventos, mujeres decididas a tomar caminos propios, hombres con negocios quebrados, alguien con enfermedad física, gente que no encuentra norte, todos con necesidad de someter su vida a una cirugía.

Esas chicas dan una paz indescriptible. Sólo mirarte o que te sonrían, encienden luces. Llegas a Saber Amar en un frágil madero de náufrago y ellas te prenden faros de luz y presentan islotes de esperanzas para recuperar la paz perdida.

Se unieron en un fin hace varios años: que la gente ame, que sepa amar. Que ame su alma, su físico, sus experiencias, su sexualidad, sus caminos torcidos o no. Que se ocupe de sí, que se vea por dentro. Que olvide del pasado y se enfoque en el presente.

Y lo hacen con la enseñanza de meditación y el yoga. Cursos, talleres, “juntes”. Todo ayuda en su labor continua y sin fines de lucro.

Saber Amar se llama su fundación. Están en la capital, en su sede sostenida por lo poco que deben generar. Y van adónde oyen alaridos de socorro. Están construyendo un centro de meditación en Mano Matuey, una comunidad agrícola de las verdes lomas de San Cristóbal, próxima a Cambita Garabitos.

Block a block erigen su sueño. Han hecho un huerto y la última vez que vi a Carmen Julia me dijo, con gozo, que el baño avanza y el huerto sembrado con manos voluntarias les planta cara a las lluvias.

Las chicas de Saber Amar son maravillosas y sus obras también. Quisiera tenerlas por el resto de mi vida ligadas a la paz que nos enseñan a procurar, con ese ejercicio del desapego, con ese amar la Madre Tierra y con ese convivir en armonía con todo el mundo. Dios bendiga esas mujeres.