Rubén Blades le canta a América Latina y aún encanta
Santo Domingo.-Después de doce años de ausencia, Rubén Blades pisó nueva vez un escenario dominicano y se encontró con el público que siempre le ha seguido y otros de una generación nueva que han crecido viendo a sus padres escuchando esas canciones con mensajes para reflexionar.
Vestido de negro, con un sombrero también negro y unos lentes que delatan el paso de los años, el artista panameño entró al escenario la noche del sábado en el Palacio de los Deportes “Virgilio Travieso Soto” y arrancó la primera ovación cuando entonó un clásico: “Plástico”.
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Debió hacer poco esfuerzo para hacerse entender a través de las dos hileras de bocinas que colgaban en los laterales del escenario, pues el mismo público interpretó junto con él cada palabra.
El público aplaude de pie. Rubén inicia sus diálogos. Explica que la canción siguiente intentó ser prohibida en su país porque alegadamente incitaba al aborto.
Señala que con el paso de los años ni el compositor ni la canción han estado vinculados a la maldad, mientras que quien intentó prohibirla está preso, haciendo referencia al general Antonio Noriega. Con el primer acorde y la aparición en las pantallas gigantes de las caricaturas los presentes empiezan a cantar otro clásico “Decisiones”.
Los jóvenes la entonan con tanto o más vigor que quienes crecieron escuchándola, por supuesto, ayudaba el cierto tono de humor que le impregnaban las caricaturas.
Sigue con la canción “Las calles”, que trajo muchos recuerdos a quienes nacieron y se criaron en situación de marginalidad. Al término Blades vuelve a hablar y a dar las gracias al público, señalando que hacía doce años que no venía al país y asegura que en doce años más no estará haciendo lo que anoche hacía.
Con el siguiente tema salen los más osados y al lado de sus asientos o en los pasillos empiezan a bailar “Con tu mala maña”, “Guaguancó” y “Juan Pachanga”.
Las letras son la diferencia
No hay intermedios, Rubén Blades se toma un largo sorbo de agua y continúa con sus introitos de cada tema para referirse a la letra de sus canciones.
“La letra es importante porque hace que la música no sólo sea un escape, sino un documento social”, expresa.
En seguida entona otra canción de alto contenido social, “Plantación adentro”. Hace una pausa para referirse a una canción que lacera, pero que emociona en la que recoge cómo una familia enfrenta situaciones tan difíciles como el cáncer.
El mensaje parece llegar a muchos que se ponen de pie y entonan junto a Rubén Blades “Amor y control”.
Extrañamente la nota más actual sirve de introducción a una de sus canciones más antiguas. Dice que la muerte verdadera la da el olvido y por eso pide al papa Francisco que rescate la memoria de monseñor Oscar Anulfo Romero, el arzobispo de San Salvador, asesinado por la dictadura mientras oficiaba una eucaristía.
Aún no ha logrado su canonización, pero ya se le llama “San Romero de América”. Todos se paran y al sonar las campanas entonan “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”.
El repertorio continúa con “La Caina”, “Dos fuentes”, “Soy el Cantante”, “Paula C”, “Camaleón”, “Ojos de perro azul” y la “Palabra Adios”, entre otras.
El artista se mostraba suelto, conversador y en confianza, aunque el Palacio de los Deportes no estuvo lleno a toda capacidad. Era un público que disfruta las letras de cada canción, que las interpretaba y las entendía.
Entre los presentantes había gente de todos los estamentos sociales y de todas las corrientes de pensamiento, pues Rubén Blades le canta a la justicia, a la cotidianidad y, muy en especial a América Latina.
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