El trabajo de motoconcho es una de las fuentes de empleo más comunes, ocupada por hombres, mayormente de entre 25 y 60 años.
El Valiente, La Caleta.-Si se analiza el modo de vida de la comunidad El Valiente sería fácil descubrir que sus habitantes hacen honor a su nombre, por los “malabares” que realizan para ganarse la vida.
La zona franca, ventas ambulantes, cafeterías, construcción, motoconcho y el arte de “hacer lo que aparezca”, son las actividades más comunes desarrolladas por los lugareños.
Y es que en ese sector del distrito municipal de La Caleta no hay suficientes fuentes de empleos para sus habitantes.
De hecho, la Oficina Nacional de Estadística (ONE) precisa que de 19,898 personas en condiciones de trabajar, apenas 7,577 están ocupadas.
Los demás “se la buscan” en quehaceres domésticos, alquileres y jubilaciones.
Pero lo más preocupante es que hay 1,292 personas, probablemente jefes de familias, que aún no encuentran cómo producir dinero, y otras 822 ya perdieron la esperanza de encontrar qué hacer.
“Aquí los días buenos son escasos”, manifestó José Hernández, un hombre de 47 años que lleva dos trabajando de motoconcho.
Hernández hace turnos para transportar pasajeros en la parada de motores Asomoka, ubicada en la entrada de la calle principal de la comunidad cercana al peaje de Las Américas.
Pero esa actividad no le reporta muchos ingresos. El padre de dos niños pequeños relata que empieza a trabajar desde la 6:00 de la mañana y se retira a su casa cerca de las 6:00 de la tarde, a veces con apenas 100 pesos en sus bolsillos.
“Uno ve 1,000 pesos cuando se consigue un viaje largo, para la playa, el aeropuerto o ir y venir dos y tres veces de la zona franca, si no no hay vida”, expresó Hernández.
Zona franca y “chiripeos”
Otra fuente común de empleos es el Parque Industrial Las Américas, según Otilia Segura, presidenta de la junta de vecinos, quien no pudo precisar la cantidad de personas que prestan servicios en ese lugar.
Pero podría ser hasta el 60 % de los trabajadores formales de esa comunidad, según estimaciones de Wilkin Valenzuela, quien tiene 22 años viviendo en El Valiente y tres meses laborando en la zona.
Esos empleados son los más afortunados, una gran mayoría vive de los ventorrillos ambulantes, apostados en las calles principales y en las esquinas.
En estos ofrecen comidas, frutas, quesos, chucherías y otras mercancías, que preparan entre 3 y 4 de la mañana.
“Halando aire”
Otras personas subsisten “echando días” en la construcción, “pegando luz”, o recogiendo basura.
En esa situación esta Cristofer Peralta, de 27 años de edad, quien a pesar de ser electricista no tiene un ingreso estable, por lo que se la pasa “pegando alambritos en la calle”.
“A veces yo vuelvo a mi casa con 100 pesos en los bolsillos y cuando no hay nada me toca sentarme a halar aire y rezar para que aparezca algo”, exclamó el motoconchista.
Aunque su situación es difícil, él, al igual que los demás trabajadores informales, encuentra algo; pero no es así para las decenas de jóvenes que por falta de oportunidades se la pasan vagando.
Domésticas
De acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas, 3,141 personas de El Valiente se ganan la vida haciendo quehaceres domésticos.
La mayoría son mujeres de entre 25 y 30 años de edad.
Atracos afectan negocios
Además de que se les dificulta conseguir el plato de cada día, los moradores de EL Valiente tienen que andar con cuidado para no perder lo poco que han cobrado, ya que los atracos y los robos están a la orden del día.
Así lo cuenta a EL DÍA Rafael Tejadae detrás de las rejas y el mostrador del colmado en el que labora.
“Ya ves como es que estamos aquí (refiriéndose a las rejas), tenemos que abrir y cerrar temprano, porque esto es un peligro”, denunció.
El comerciante, que lleva más de 20 años en su negocio, agregó que los delincuentes aprovechan cualquier descuido para asaltar, situación que los mantiene con cuatro ojos abiertos.
Pero a pesar de todo, dicen no perder la fe en que verán mejoría.
*Por Javier Flores