República Dominicana: entre el socio y el competidor

República Dominicana: entre el socio y el competidor

República Dominicana: entre el socio y el competidor

Por: Rafael Sención Gil

Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, receptor de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas inmigrantes. Por consiguiente una preocupación sensata sobre el estado de las relaciones diplomáticas entre ambos países es plausible. Sin embargo personas de mente imaginativa con anticipación negativa, auguraban que el acto de llamado a consultas de la recién instalada embajadora estadounidense Sra. Robin Berstein constituiría el preludio de una serie de acciones que el gobierno de su país emprendería contra la República Dominicana en represalia a la  apertura de las relaciones diplomáticas con la República Popular China, y el rompimiento de las relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwan).

Contrario a las expectativas de aquellas mentes calenturientas la Sra. Bernstein expresó a su llegada al país que los temas tratados durante el llamado a consultas por parte de su gobierno se centraron “en el apoyo que puede dar a las instituciones, economías independientes y democráticas de esta región”, asegurando además, que su gobierno “respeta el derecho soberano de todo país” entre otras afirmaciones.

Cabe recordar que los Estados Unidos restablecieron relaciones diplomáticas con la República Popular China en el año 1978, bajo la presidencia de Jimmy Carter, recibiendo en Washington  con todos los honores al entonces presidente Deng Xiaoping, Abandonando diplomáticamente a Taiwan en una aplicación de la doctrina de John Foster Dulles, ex-secretario de estado norteamericano, quien afirmó que los americanos solo tienen intereses.

En el caso de la Repúbica Dominicana el  establecimiento de  relaciones diplomáticas con la República Popular China contó con el respaldo unánime del sector empresarial, valorándola como positiva. Semejante actitud adoptó  el liderazgo político nacional, el cual a través de sus figuras más representativas apoyó la decisión del gobierno dominicano.

Visto de manera retrospectiva, el presidente Danilo Medina, tuvo el coraje y la audacia de tomar una decisión que se debió haber tomado hace mucho tiempo. China es la segunda economía del mundo. Las  grandes economías de la región Latinoamericana  como Brasil y Argentina están vinculadas a ésta  y no existe razón lógica para que un país pequeño como la República Dominicana se mantenga al margen.

La República Popular China no sólo se ha posicionado como una potencia económica global sino que ha mejorado de manera significativa el nivel de vida de sus ciudadanos. Evolucionando positivamente en la misma medida que el partido comunista ha abandonado los postulados dogmáticos del llamado socialismo real con su carga de adocenamiento colectivo y las pretensiones de un igualitarismo  absurdo e inalcanzable. Creando un  sistema que algunos han optado por llamar un capitalismo de estado. En este se combina un control del estado sobre los agentes económicos, incentivando a su vez la  búsqueda  de la prosperidad material mediante el uso de la  inteligencia y la iniciativa individual. En un pragmatismo doctrinario que abarca desde la muy capitalista frase “enriquecerse es glorioso”  del expresidente Deng Xiaoping hasta la búsqueda del “sueño chino”  del presidente  Xi Jinping.

La visita del canciller chino, así como el viaje que el presidente Danilo Medina realizará a la República popular China, en este mes de octubre, tendrá efecto positivo en las futuras generaciones tal y como corresponde a un estadista.

Cierto es, que las relaciones comerciales con la República Popular China como con cualquier otro estado tiene retos al igual que oportunidades.  Pero con la sinergia necesaria entre el Estado y el sector privado, es posible maximizar los beneficios del comercio con nuestro principal socio comercial, a la vez que cultivamos las del competidor oriental en una envidiable posición de negociación.



El Día

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