Todos la necesitamos. Se llama red de apoyo. Esas personas con las que cuentas cuando necesitas ayuda. Qué difícil es en general pedir ayuda.

Nos enseñan que eso es signo de debilidad y ser débil no entra en el vocabulario del éxito hoy en día.

Lo que no nos dicen es que tapar nuestros miedos, vulnerabilidades y, también, debilidades, no hace que estas desaparezcan, sino que un día exploten y entonces las consecuencias pueden ser devastadoras. En estos tiempos todo se ha acrecentado.

Hemos seguido hacia delante con fuerza, pero creo que todos arrastramos un cúmulo de sentimientos que de alguna manera tienen que salir. Hay quien hace ejercicio físico, y le funciona, quien prefiere la meditación y eso le da paz, pero también están los que van guardando todo dentro, no dejan que salga y viven a punto de explotar.

Ahí es que debe hacer aparición esa red de apoyo. Hablar, compartir, dejar salir aquello que nos angustia, que no nos deja ver la vida con optimismo sino como un continuo camino lleno de dificultades.

Siempre trato de estar ahí para la gente que quiero, atenta y dispuesta e, igualmente, tocar la puerta de aquellas personas que son capaces de entenderme, con todas mis neurosis, que son muchas, y traerme de vuelta a poner los pies sobre la tierra.

Son ellos, pocos pero valiosos, quienes me conocen en muchas ocasiones, más que yo misma y trato siempre de escucharlos.

Igual, trato de dar esa respuesta a aquellos que me tienen en su red de apoyo. No estamos solos, no debemos estar solos, pedir ayuda es el primer paso para lograr una solución. Y si eso es ser débil, qué importa, al final lo más valioso es quererse a uno mismo y dejar que otros te quieran.