¿Quién perdió?

¿Quién perdió?

¿Quién perdió?

David Álvarez Martín

El resultado de las elecciones del 5 de julio tuvo un claro ganador, el pueblo dominicano, que tuvo el valor de sacar a un gobierno con vocación autoritaria a la usanza del balaguerismo y engullendo los fondos públicos, presentes y futuros, para enriquecer a una camarilla partidaria. La forma de hacerlo fue respaldando a Luis Abinader y el PRM, nos lo confirma la votaciónpresidencial y los curules ganados en el Congreso.

La pregunta es:¿quiénperdió? El derrotado no fue Gonzalo Castillo porque nunca fue el verdadero candidato. No lo fue Leonel Fernández que buscó -y logró- un posicionamiento para ser la oposición del nuevo gobierno. El derrotado fue Danilo Medina y el grupo de dirigentes del PLD que siguió sus directrices desde el 2015. Enlas antípodas de toda la herencia política y moral de Juan Bosch el llamado danilismo (en cuanto pandilla, porque no tiene ideología) se aferró al poder debido a los beneficios económicos que le brindaba el Estado y quebró toda regla de decencia, honestidad y transparencia con tal de seguir en el poder.

En la medida que se haga una exploración forense de los últimos años se descubrirán todos los delitos cometidos por el danilismo contra el pueblo dominicano, aunque en los días restantes se dediquen afanosamente a intentar borrar evidencias. Si el PRM no es capaz de hacer eso y someter a la justicia a los culpables, tendrá al pueblo en las calles antes que termine el año. La impunidad no se tolerará.

Danilo Medina fue candidato a la presidencia por vez primera en el 2000, luego de enfrentar a Jaime David que era el vicepresidente del primer gobierno de Leonel Fernández. Su derrota electoral tuvo el dramatismo de que Hipólito Mejía no alcanzó el 50% que establece la Constitución, pero Balaguer, que quedó en tercer lugar, le quitó al PLD la alfombra debajo de los pies y rechazó una segunda vuelta. Sin el caudillo reformista Danilo Medina no tenía oportunidad.

Volvió a intentarlo en el 2007 de cara al 2008 pero Leonel Fernández le ganó la candidatura y su única explicación fue “que el Estado lo derrotó”. Y llegó el 2012, luego de una reforma constitucional que prohibía la reelección presidencial consecutivamente, Fernández respaldó de lleno a Medina con el presupuesto nacional porque de otra manera no ganaba. Resultó paradójica la queja del presidente electo de que encontró un déficit cuando éste era el precio de hacerlo subir desde un lejano segundo lugar.

El gobierno del 2012-2016 tenía todas las posibilidades de pasar a ser un buen gobierno, salvo el incremento de la deuda y el proyecto insensato de Punta Catalina, pero se desataron los demonios en torno al caso Odebrecht y Medina, sin la oposición de Fernández, impuso una reforma constitucional para reelegirse, cuando para el 2012 había jurado y perjurado que únicamente haría un periodo.

A partir de ahí la clase media comenzó a expresar su repulsa por el PLD por las graves denuncias de corrupción, por el daño ecológico de Punta Catalina, por el incremento sin límites de la deuda y la impunidad de la justicia. Si había faltado a su palabra del 2012 no había que confiar en nada que el Presidente dijera. La Marcha Verde fue una señal tan clara y contundente que únicamente la codicia del grupo en el poder dejó de entenderlo. Se sumó a eso el intento de humillar a la jueza Germán Brito (y digo intento porque humilla quien puede, no quien quiere) y la valiente renuncia de Katia Miguelina Jiménez Martínez a ser evaluada por la rastrera conducta contra Germán Brito. El danilismo todavía no tiene idea de cuanto laceró ese hecho a la sociedad dominicana con cierto grado de conciencia.

La impunidad con el caso Odebrecht convirtió en un espectáculo de mal gusto el proceso judicial a la vista de todos y el intento de volver a reelegirse Danilo Medina en el 2020 únicamente sirvió para consolidar el deseo de sacarlo del poder. Justo ahí se comenzó a consolidar la mayoría del pasado 5 de julio. En el seno del PLD la soberbia de Medina lo llevó a degollar el intento de Fernández de ser candidato en unas primarias orquestadas para hundirlo y obligarlo a irse del partido. La escogencia de un candidato tan malo, fruto de las pulsiones del Presidente, ni siquiera despertó la conciencia de otros candidatos en el seno del PLD que podían hacer un mejor papel, pero ese círculo de dirigentes escogió hundirse en el lodo con el Presidente y arruinaron su futuro político para siempre.

A Leonel Fernández únicamente le quedó como opción inmediata contribuir a sacar al danilismo del poder y prepararse para ser el polo de oposición al gobierno del PRM. No pronostico el futuro, pero preveo que Danilo Medina simplemente desaparecerá junto a gran parte del Comité Político del PLD (varios de ellos candidatos a Najayo, ya lo había advertido Euclides) y si Leonel se maneja con la habilidad que ha demostrado hasta ahora, succionará al PLD dentro de Fuerza del Pueblo, igual que previamente hizo con el Reformismo y el PRD en el seno del PLD, salvo el grupo que salió a formar el PRM el 9 de septiembre del 2014.

El danilismo y su líder se apagarán el 16 de agosto del 2020 a media mañana, ya que su combustible es el presupuesto del Estado. Ninguna bocina sobrevivirá para loarlo en base a mentiras, porque su pleitesía es obscenamente asalariada. El pueblo dominicano se ha empoderado de este triunfo y no le permitirá al PRM ningún desviación en el uso pulcro e inteligente de los recursos públicos para salir de la crisis sanitaria y económica, y la promoción de una procuraduría enemiga radical de la impunidad.

 



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