El odontólogo no es algo que cambiamos como si fuera un par de zapatos que al cansarnos los desechamos y compramos otros; es alguien en el cual depositamos nuestra confianza y aspiramos a que sea el mismo durante toda la vida.

Por esta razón a la hora de elegir el odontólogo de cabecera para el cuidado dental personal y el de nuestra familia debemos contar con que goce de ciertas cualidades invaluables.

En primer lugar debes escoger un odontólogo que sea empático, que comprenda las razones que seguramente tienes para no haber mantenido una excelente higiene oral y por consecuencia necesitas un tratamiento ya sea simple o complejo.

Tu odontólogo debe ser paciente, muchos de los procedimientos dentales tardan un largo tiempo para ser concluidos, si el doctor no tiene paciencia puede que realice el trabajo de manera deficiente. Por otro lado, muchas personas son aprehensivas y se pierde tiempo tratando de convencerlas para colocar la anestesia, empezar una cirugía, un tratamiento de canal, entre otros.

El dentista debe ser un motivador, darte las razones necesarias para que te animes a siempre mantener una correcta salud bucal.

Organización, si tu odontólogo no tiene la disciplina de mantener todo en orden, se le extraviarán las radiografías que deben ser archivadas, ya que son muy importantes a la hora de llevar los controles de los tratamientos a largo plazo, también perdería las fichas clínicas en donde están anotados tus datos, enfermedades, alergias y todo lo demás.

Preparación académica, siempre fíjate en los cuadros colgados en la pared, lee minuciosamente si es un título certificado de una universidad que avale los estudios de esa persona, sobre todo si te vas a realizar un tratamiento especializado asegúrate de que aparte del título de grado también esté el de postgrado, el cual te indicará que dicho odontólogo está entrenado para llevar a cabo el procedimiento; no siempre la odontología general es suficiente y el profesional que hace de «todo» regularmente no domina bien «nada».

Honesto, necesitas un odontólogo que no te estafe, que te ofrezca el tratamiento que realmente amerita tu caso y que cuando le pagues un trabajo lo haya realizado en su totalidad.

Dios te bendiga abundantemente.

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