El cáncer no sólo afecta al cuerpo. Acompañar al paciente desde lo emocional y social es clave para su bienestar integral. La psicooncología surge como una disciplina fundamental para atender el impacto psicológico de la enfermedad y también para cuidar a quienes cuidan.
Una mirada integral
Dalul Ordehi, neuropsicóloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (CEDIMAT), precisa que el diagnóstico de cáncer representa una de las experiencias más impactantes en la vida de una persona. Más allá de las implicaciones médicas, genera reacciones emocionales como angustia, miedo, ansiedad o depresión, que requieren atención especializada.
Apoyo clínico
Destacando, que en este escenario, la psicooncología se ha consolidado como un campo esencial para brindar apoyo clínico y psicosocial a pacientes, familias y equipos de salud durante todo el proceso oncológico. Explica que esta disciplina multidisciplinaria aborda no sólo el sufrimiento psicológico aso
ciado al cáncer, sino también los aspectos sociales y espirituales involucrados, desde la prevención hasta la atención de sobrevivientes. En América Latina y particularmente en México, su crecimiento ha sido sostenido y su incorporación a los sistemas de atención integral resulta cada vez más urgente.
Comenta que según la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer, en 2020 se registraron cerca de 19 millones de casos nuevos de cáncer en el mundo. Las estimaciones indican que para 2040 esta cifra
alcanzará los 30 millones.
Paralelamente, estudios han documentado una alta prevalencia de ansiedad y depresión entre los pacientes, especialmente en mujeres, adultos mayores y personas con enfermedad avanzada o más de 18 meses de supervivencia.
Estas afectaciones también se presentan en sobrevivientes, particularmente durante el primer año y entre los cinco y diez años posteriores al tratamiento, compro metiendo su calidad de vida a largo plazo. A ello se suma el sufrimiento existencial generado por las pérdidas significativas y el enfrenta miento con la posibilidad de la muerte. La psicooncología, en este contexto, se convierte en una herramienta vital para atender esas dimensiones humanas que la medicina por sí sola no puede resolver.
Terapias basadas en evidencia: abordajes desde la psicooncología La neuropsicóloga plantea que la terapia cognitivo conductual (TCC), permite identificar y modificar pensamientos negativos que aumentan el malestar emocional. En pacientes oncológicos, ha demostrado eficacia en reducir ansiedad, depresión, estrés, insomnio, dolor y fatiga, además de fomentar formas más saludables de afrontar la enfermedad.
Así como también, la activación conductual (AC), que promueve que la persona retome actividades placenteras o significativas que suele abandonar durante el tratamiento, mejorando el ánimo y reduciendo síntomas depresivos.
Además, las terapias existenciales, que están orientadas a pacientes con cáncer avanzado, se enfocan en
aspectos como el sentido de vida, la dignidad y el propósito. Incluyen intervenciones como: terapia de la dignidad (ayuda a preservar el valor personal del paciente, a través del recuerdo de su historia de vida y legado), terapia centrada en el sentido (permite al paciente reconectar con sus valores y metas personales) y terapia centrada en el significado (favorece la reconstrucción positiva de la experiencia con el cáncer, promoviendo resiliencia y adaptación emocional).
Todas estas estrategias han mostrado resultados positivos no sólo en la reducción del sufrimiento emocional, sino también en el fortalecimiento de la calidad de vida tanto del paciente como de su entorno familiar.
El rol del cuidador Ordehi puntualiza que el impacto del cáncer también recae sobre quienes acompañan diariamente al paciente.
Los cuidadores primarios, muchas veces familiares sin formación ni remuneración, asumen tareas como alimentación, transporte y asistencia médica. Esta labor sostenida puede generar sobrecarga física, emocional y económica, con consecuencias como fatiga, insomnio, depresión, aislamiento y deterioro general en su salud.
Por esto, la psicooncología reconoce la importancia de brindar atención específica a los cuidadores, especialmente en contextos con limitaciones de acceso a servicios de salud mental. A continuación, se presentan algunas recomendaciones prácticas para su bienestar.
Bienestar emocional
Algunas herramientas que pueden ayudar en el bienestar emocional, pueden incluir incorporar técnicas de relajación como meditación, yoga o respiración consciente; dedicarse tiempo personal: leer, ver una serie, caminar o disfrutar de un pasatiempo; expresar emociones sin culpa ni juicio y buscar redes de
apoyo: amigos, familia o grupos para cuidadores.
Organización
En este aspecto, se sugiere establecer rutinas flexibles y realistas, hacer listas de tareas con prioridades y pedir ayuda cuando sea necesario y establecer límites claros, dado que cuidar a otro requiere también cuidar de uno mismo.
Reconocer las propias necesidades y buscar apoyo es una forma de fortalecer el acompañamiento que
se brinda.
Acto protocolar
—Bienestar físico
En cuanto al bienestar físico, se recomienda dormir entre 7 y 9 horas por noche, mantener una dieta
equilibrada e hidratarse adecuadamente y realizar actividad física moderada, como estiramientos, caminatas o baile.
Una atención más humana y eficaz
Incorporar la psicooncología en los sistemas de salud oncológicos no sólo es un acto de humanidad, sino
también de eficiencia clínica. Atender el sufrimiento emocional y social del paciente y de su entorno, mejora la adherencia al tratamiento, la calidad de vida y los resultados en salud.
Frente al crecimiento de los casos de cáncer, fortalecer este enfoque integral es una tarea urgente que no sólo debe recaer en los profesionales de salud mental, sino en todo el sistema de salud y en la sociedad.