El deporte dominicano, hasta en sus niveles más elevados, da a diario connotaciones de que vive y se alimenta del chisme, elemento que no contribuye al buen desarrollo de una actividad cualquiera.
Además, denota irresponsabilidad en todas sus estructuras, tal y como acaba de ocurrir con la crisis en la Federación de Esgrima.

Su máximo responsable acusa a dirigentes del Comité Olímpico, organismo del cual es también alto representante, de ser responsable de los inconvenientes que se presentaron, pero después, en menos de 24 horas, previendo las posibles consecuencias negativas de sus actuaciones, lanza los dardos envenenados hacia otros estadios.

No hay forma de que se justifiquen las sanciones a los atletas de esgrima por el simple hecho de apoyar públicamente a su entrenador. Es sencillamente un abuso de poder.

Es una metida de patas hasta el topete, que ahora no admite, aunque quizá sin quererlo se metió en un callejón sin una rápida salida a la vista.

Es una lástima que esto ocurra, cuando se supone que el deporte tiene un “elevado” nivel dirigencial y competitivo para no alimentar y desarrollar chismes de baja monta.

Lo más penoso es que nadie le pone el cascabel al gato, por lo que se prevé que seguirán multiplicándose como la verdolaga, demostrando que falta mucho por hacer en ese sector, que es un reflejo de todo lo que ocurre en la sociedad en general.