Por una real descentralización

Por una real descentralización

Por una real descentralización

Víctor Féliz Solano

Implementar y emular el exitoso modelo de descentralización y capacitación de funcionarios locales puede ser una estrategia efectiva para impulsar el crecimiento económico y social en países que buscan fortalecer sus sistemas de gobierno y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Este enfoque ha demostrado ser especialmente relevante en Latinoamérica, donde países como Chile y Colombia han adoptado políticas de descentralización y han invertido en la formación de servidores públicos locales.

La descentralización implica delegar autoridad, responsabilidades y recursos al nivel local, permitiendo que los gobiernos regionales y municipales tengan mayor autonomía para tomar decisiones adaptadas a las necesidades específicas de sus comunidades. Esto no sólo fortalece la participación ciudadana y la representatividad local, sino que también mejora la eficiencia en la prestación de servicios públicos.

Por ejemplo, en Chile, el proceso de descentralización ha permitido una mayor autonomía en la gestión de recursos y políticas a escala regional, impulsando el desarrollo local y reduciendo las brechas de desarrollo entre diferentes áreas del país.
Los funcionarios bien capacitados no sólo son más eficientes en la administración de recursos y la implementación de políticas, sino que también están mejor equipados para responder de manera efectiva a las demandas y necesidades de sus comunidades.

El éxito de este modelo de descentralización y capacitación ha llevado a que sea considerado una estrategia replicable en otros países y regiones que enfrentan desafíos similares. La adaptación e implementación de estas políticas depende en gran medida del contexto y las características específicas de cada país. Es importante tener en cuenta las diferencias culturales, institucionales y económicas al diseñar e implementar estrategias de descentralización y capacitación.

En Colombia el modelo de descentralización y fortalecimiento de los gobiernos locales ha sido un componente fundamental de las reformas administrativas y políticas implementadas en las últimas décadas. Este enfoque ha buscado redistribuir el poder y los recursos hacia las entidades territoriales, como municipios, departamentos y regiones, con el objetivo de promover el desarrollo local y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Una de las reformas más significativas fue la Ley 142 de 1994, que estableció el régimen de los servicios públicos domiciliarios y promovió la descentralización en la prestación de estos servicios. Esta ley permitió la creación de empresas de servicios públicos municipales y fortaleció la autonomía de los municipios en la gestión de estos servicios básicos.

Además, la Constitución de 1991 introdujo importantes disposiciones para la descentralización administrativa y fiscal. Estableció la existencia de entidades territoriales autónomas (departamentos, distritos y municipios) con competencias propias en la prestación de servicios y el manejo de recursos. También se estableció el Sistema General de Participaciones, que redistribuye recursos del Gobierno Central a las entidades territoriales para financiar servicios como educación, salud y agua potable.

El modelo colombiano de descentralización y fortalecimiento de los gobiernos locales ha enfrentado desafíos y críticas, como la necesidad de mejorar la capacidad institucional y financiera de las entidades territoriales, así como de fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas y transparencia en la gestión pública local. Sin embargo, ha permitido avances significativos en términos de participación ciudadana, desarrollo regional y prestación de servicios públicos más eficientes y adaptados a las necesidades locales.

La descentralización y la capacitación de funcionarios locales son componentes clave de un modelo exitoso de gestión pública que puede contribuir significativamente al crecimiento económico y social de los países. Este enfoque promueve una gobernanza más efectiva y cercana a las necesidades de las comunidades, fortalece la participación ciudadana y mejora la calidad de vida de los ciudadanos.

Por Víctor Féliz Solano



El Día

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