¿Por qué las japonesas siguen luchando para tener mejores empleos en la tercer economía del mundo?
Hay muchas mujeres inteligentes y educadas en Japón que podrían sacar al país de su actual recesión económica y llevarlo hacia una sorprendente recuperación tras la pandemia.
Pero el rígido sistema de contratación del país y un liderazgo dominado por hombres, siguen siendo un gran obstáculo que impide que las mujeres accedan a los trabajos mejor remunerados.
El país corre el riesgo de convertirse en una nación de amas de casa aburridas con títulos universitarios, advierten algunos.
La fecha límite que se impuso en Japón para aumentar significativamente el número de mujeres en puestos de liderazgo era 2020. Ese año llegó y pasó silenciosamente sin que se lograran los objetivos fijados.
Conocida como «Womenomics» (Mujerómica) y anunciada con gran fanfarria, la política del ex primer ministro Shinzo Abe de crear un «Japón en el que las mujeres puedan brillar» en gran medida ha fracasado.
Y no solo por la covid-19.
En la actualidad, solo hay una mujer por cada 10 hombres en el Parlamento japonés, mientras que menos del 15% de los puestos de alto nivel en el sector privado están ocupados por mujeres, la mitad del objetivo original para 2020.
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Los críticos creen que su política tuvo poco que ver con que más mujeres prosperaran en el trabajo.
La población en edad de trabajar de Japón se ha reducido rápidamente desde la década de 1990.
Durante décadas, alrededor del 60% de las mujeres abandonaron el trabajo remunerado después de su primer hijo.
Una madre que cuidaba a sus hijos a tiempo completo, porque los ingresos de su esposo podían mantener a toda la familia y se consideraba tradicionalmente un privilegio.
Pero cuando se introdujo la política de Womenomics, las madres ya estaban comenzando a regresar al trabajo a medida que disminuían los ingresos familiares.
Solo el 42,1% renunció en 2019, lo que elevó las tasas de participación en el mercado laboral al 70,9% para las mujeres de 15 a 64 años, aumentando al 77,7% en la categoría de edad de 25 a 44 años, según muestran las cifras del gobierno.
Para apoyar este cambio, el gobierno lanzó campañas para eliminar las listas de espera para el cuidado de niños.
También presionó a las grandes empresas para que tuvieran al menos una mujer ejecutiva. Pero no hubo incentivos económicos ni sanciones por no actuar.
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Por eso, muchas mujeres están atrapadas en empleos de tiempo parcial o puestos sin futuro.
En promedio, los ingresos de una mujer japonesa son más de un 40% más bajos que los de un hombre, dice el Foro Económico Mundial.
Regresar al trabajo
Más de la mitad de las mujeres japonesas se incorporan a la fuerza laboral con un título universitario, casi el mismo número que entre los hombres.
Pero una vez que dejan un trabajo de tiempo completo, es casi imposible regresar a su carrera original después de un período de licencia.
«Si quieres volver al trabajo, tendrás que buscar trabajo en un supermercado, en algún lugar donde un estudiante conseguiría un trabajo de tiempo parcial», explica Yumiko Suzuki, quien trabaja como consultora en Warc Agent.
Hace quince años, Suzuki también decidió deshacerse de su trabajo remunerado y convertirse en ama de casa, una decisión que no tomó a la ligera.
Su historia es bastante típica. Después de la universidad, trabajó tan duro como sus colegas masculinos, lo que significaba horas extra, a menudo perdiendo el último tren a casa, solo para demostrar su valía.
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