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¿Por qué hay tanta gente enojada en el mundo hoy día? El psicólogo lo explica

Edilí Arias Por Edilí Arias

SANTO DOMINGO. – El enojo es una emoción legítima, pero hoy día se ha convertido en el combustible de muchas interacciones humanas, especialmente en las redes sociales”, advierte el psicólogo Luis Bergés.

Al analizar cómo las plataformas digitales están alimentando un clima de odio, el experto explicó que la intolerancia y violencia simbólica que afecta directamente la salud mental colectiva.

Lejos de servir como espacios de encuentro y reflexión, muchas redes sociales funcionan hoy como escenarios donde predomina la hostilidad.

El psicólogo Luis Bergés.

“Las nuevas tecnologías no nos están ayudando en ese sentido. No es que sean malas en sí mismas, pero han sido invadidas por contenidos que promueven la agresión, el juicio inmediato, la burla y la exclusión”, apunta Bergés, quien lamenta que esto no sea una excepción, sino una práctica habitual y creciente.

Enojo e impunidad digital

Bergés destacó un fenómeno que va más allá de los algoritmos o las tendencias virales: “Hay demasiada gente enojada. Y ese enojo, cuando se junta con el anonimato de las redes, se transforma en agresión gratuita. Personas que no te conocen, que no saben quién eres ni cómo piensas, se sienten con derecho a insultarte, a descalificarte, a deshumanizarte”.

El especialista en la conducta humana señaló que ese comportamiento no puede entenderse únicamente desde la perspectiva de la tecnología, sino desde una mirada más profunda: la emocional.

“Vivimos una especie de epidemia de intolerancia. Y cuando el enojo no se gestiona, encuentra en las redes sociales un canal perfecto para explotar”, apuntó en el Programa El Día.

Bergés advierte que esta dinámica no solo afecta a figuras públicas o políticos, sino también a cualquier persona expuesta al escrutinio digital.

“Es muy fácil convertirse en blanco del odio de otros, especialmente cuando se tocan temas sensibles como la migración, la religión, el género o el nacionalismo. La gente habla en nombre del patriotismo, pero sin ningún sentido de pertenencia real, repitiendo el discurso del que gritó más fuerte o del que pegó más duro en la mesa”, reflexiona.

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La pérdida de la empatía y el anonimato como máscara

Para el psicólogo, una de las consecuencias más graves de este entorno es la erosión de la empatía.

“En la época de los circos romanos, los gladiadores se cubrían el rostro antes de pelear, para que el público no pudiera ver su sufrimiento. Hoy pasa algo similar en las redes: la invisibilidad hace que no veamos al otro como humano. No sentimos su dolor, su historia, su contexto. Solo vemos una pantalla y un pretexto para juzgar”.

Bergés considera que esta invisibilidad, unida al anonimato y a la falta de consecuencias, genera una sensación de impunidad que desinhibe incluso a quienes en la vida real serían incapaces de agredir a otra persona.

“Antes convivías con tu vecina chismosa, te la encontrabas en la fiesta del barrio. Hoy, quien te acosa ni siquiera da la cara”.

El papel de los medios

El psicólogo hace un llamado de atención sobre el rol de los medios de comunicación en la promoción de discursos de odio o en la normalización de la violencia verbal.

“Hay medios que, por buscar clics, difunden mensajes que exacerban el enojo, que desinforman o que explotan los prejuicios sociales. La salud mental también depende de lo que consumimos, no solo de lo que comemos o respiramos”.

A su vez, señala que la falta de liderazgo empático en los escenarios políticos y sociales contribuye a que se legitimen comportamientos destructivos. “Cuando quienes detentan el poder lo hacen con hostilidad, con arrogancia, con desprecio, están validando esos mismos sentimientos en la población. La gente repite lo que ve. Y si el ejemplo es de odio, eso es lo que se va a multiplicar”.

¿Cómo recuperar la abundancia de humanidad?

Frente a este panorama, Bergés plantea una solución que no depende únicamente de reformas tecnológicas o nuevas leyes, sino de un cambio profundo en las prioridades humanas.

“Hemos cambiado la abundancia de experiencias por la abundancia material. Nos enfocamos en tener más cosas, pero no en ser mejores personas”.

Propone volver a valores esenciales como la bondad y la humildad, “las cualidades más nobles del ser humano”, y fomentar desde la niñez una educación emocional sólida que promueva la empatía, la solidaridad y el respeto.

“Las figuras cuidadoras, las escuelas, las comunidades tienen un rol clave en enseñar a convivir, a escuchar, a disentir sin agredir”.

En tiempos donde la rabia parece haberse viralizado y el odio se ha convertido en tendencia, la voz de expertos como Bergés nos recuerda que la salud mental no se limita a consultas clínicas: también se construye o se destruye cada día en nuestros entornos digitales, nuestras palabras y nuestras decisiones.

Y que el mayor desafío de nuestra era puede ser volver a reconocernos como seres humanos, incluso a través de una pantalla.

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Edili Arias

Edilí Arias, periodista. Especialista en temas de salud.

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