Por qué el perfume nos condiciona a la hora de elegir pareja (y qué dice sobre nuestro sistema inmune)
A cada quien le atrae alguien por causas y motivos muy diferentes.
Y, para gustos, los colores… ¡y los olores!
Es de sobra conocido que el olor corporal influye a la hora de elegir pareja.
Y no hay que hacer muchos experimentos para tener claro que el mal olor ayuda a descartarla.
Evolutivamente y en diferentes especies, entre las que se incluyen los humanos, la pareja es elegida para complementar de un modo óptimo nuestros propios genes, especialmente los relacionados con el sistema inmune.
Con ello se pretende que nuestra descendencia sea resistente a más patógenos.

La información de nuestro olor
Y aquí viene lo curioso: aunque en nuestra especie existen cientos de formas diferentes de genes que codifican el sistema inmune, en cada persona algunas de estas variantes participan en proporcionar el aroma natural propio y particular que desprendemos y nos acompaña.
Es decir, el olor corporal habla directamente sobre nuestro sistema inmune.
Allá por los años 90 del siglo pasado, científicos del Instituto Max Planck llevaron a cabo los denominados «experimentos de la camiseta sudada».
Consistían en que las chicas olían las camisetas con las que los chicos, sin haber usado perfume, desodorante o jabón aromático, habían dormido dos noches seguidas.
Así descubrieron que las mujeres prefieren el olor de los hombres que tienen variantes genéticas del sistema inmune diferentes a las propias.

Y, más aún, los investigadores también demostraron que las variantes genéticas del sistema inmune influyen en los ingredientes del perfume que tanto mujeres como hombres eligen.
Es decir, que seleccionamos el perfume de modo que intensifique la propia señal olfativa inmunogenética.
¡Quién lo diría!
El aroma que nos identifica
Unos años después se llevaron a cabo una serie de test en los que cada participante fue capaz de reconocer un perfume concreto: aquel al que se le habían añadido partículas de su sistema inmune que caracterizan su propio olor corporal.
Y, claro está por lo comentado anteriormente, también seleccionaban ese perfume como su favorito.
Desde un punto de vista neurobiológico, las imágenes de resonancia magnética mostraron que, cuando cada participante huele las partículas inmunes propias, se le activa una región concreta del cerebro: la corteza frontal medial derecha.
Y esto es muy interesante, ya que indica que los humanos también disponemos de una estructura que nos ayuda, teniendo en cuenta el olor, a decidir qué pareja elegir.
